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Un gobernador para siempre

Por Mariela Quirós

 

El jueves 7 de diciembre pasado Coqui Capitanich inauguró en Barranqueras el Segundo Acueducto del Interior, una obra que beneficiará a 500 mil habitantes de 26 localidades del Chaco. Una obra histórica por su magnitud, “un hito sin igual”, según el mismo Capitanich, quien hasta este sábado fue gobernador de nuestra provincia. En las últimas semanas, Capitanich también inauguró las instalaciones del CEF N°1, de Resistencia; inauguró obras de infraestructura deportiva en Machagai, Villa Ángela y Presidencia de la Plaza; inauguró refacciones en el Centro de Salud del Barrio España, en el Club del Insssep, entregó viviendas a familias que por primera vez contarán con un hogar propio… Nada muy distinto a lo que hizo en los tres períodos que estuvo al frente de la gobernación (dos y medio, si tenemos en cuenta el tiempo que fue Jefe de Gabinete de Cristina). Aunque no fue eso, inaugurar obras, lo único que hizo.

Coqui Capitanich no ha sido un gobernador más. Como tantas y tantos, tengo para mí que Capitanich ha sido el mejor gobernador que tuvo nuestra provincia a lo largo de su prodigiosa historia. Un dato que tampoco es de lo más importante.

Lo que en verdad importa es la profunda transformación política y social que Capitanich llevó adelante en sus años de gestión. Desde su primer mandato, iniciado el 10 diciembre de 2007, Coqui propuso una reivindicación de nuestra provincia y de su población que influyó incluso en nuestro lenguaje; el Chaco dejó de ser territorio inviable —como llegó a considerarlo el Banco Mundial— y volvió a ser territorio productivo, con posibilidades de inclusión y crecimiento.

La administración Capitanich se sostuvo, en primer término, en una visión estratégica respecto al desarrollo socio productivo de la provincia; una visión que se expresó fundamentalmente en dinamizar la obra pública, junto con una profunda visión social que se tradujo en la ampliación de las condiciones de vida digna de la sociedad. Mejoras sustanciales en el acceso al agua potable, a la energía eléctrica, mejoras y desarrollo de la electrificación rural, y saneamiento ambiental. Una visión integral del territorio chaqueño, que trascendió los principales centros urbanos del Chaco y alcanzó a todos los municipios.

Coqui acompañó esta estrategia de crecimiento con un insoslayable cambio cultural: con Capitanich contemplamos al Chaco como una sociedad diversa, plurilingüe, pluriespiritual y pluricultural; su administración rescató y consideró esencial la convivencia pacífica y enriquecedora de las corrientes culturales que constituyen las diversas identidades chaqueñas. En ese sentido, el pedido de perdón a los Pueblos Originarios por el genocidio cometido por el Estado chaqueño a principios del siglo XX constituye otro hito de este proyecto político y social, que puso el respeto, dignidad y desarrollo de las comunidades indígenas como prioridad de su gestión.

Asimismo, fue providencial la apertura, la convicción con que Coqui asumió las causas de los movimientos de Derechos Humanos y de los movimientos de Mujeres y Diversidades; fue ejemplar su compromiso con las banderas de Memoria, Verdad y Justicia, así como con la lucha contra las violencias de géneros. Su acompañamiento y apoyo permanente al trabajo desarrollado por la Secretaría de Derechos Humanos y Géneros da fe de esa voluntad.
Como él mismo señaló en la inauguración del CEF N°1, en Resistencia: “Un Estado presente, siempre”.

Me atrevo a sumar, por último, la épica, el entusiasmo político que Coqui transmite; la certeza de que no sólo es necesario, sino que es un imperativo ético transformar la realidad. Coqui deja la vara muy alta, deja un pueblo orgulloso. Nos corresponde defender y sostener ese legado.

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