Tedeum en CABA: Hay que acompañar con hechos y no solo con palabras el esfuerzo de la gente, dijo el Arzobispo García Cuerva
El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, monseñor Jorge García Cuerva, advirtió hoy durante el tedeum en la Catedral Metropolitana que “hay que acompañar con hechos y no solo con palabras el esfuerzo de la gente”, y convocó a una “alianza social para la esperanza, inclusiva y no ideológica”. Lo hizo ante el presidente Javier Milei y buena parte de su Gabinete, que participaron de la ceremonia religiosa.
Inmediatamente después de la lectura de la Palabra y al comenzar su mensaje, el arzobispo de Buenos Aires dijo: “El mensaje que compartiré quiere ser un aporte, a la luz de la Palabra de Dios, para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina, convencido que entre todos construimos la Patria, más allá de saber que, luego, puedan ser tomadas frases aisladas para querer alimentar la fragmentación”.
En la homilía de esta celebración de Acción de Gracias, el arzobispo invitó a comenzar la celebración con profunda “acción de gracias al Señor por gestas pasadas que nos constituyeron como Nación y nos ayudan a mantener viva la memoria, custodiando el alma de nuestro Pueblo”. Sobre el tedeum, monseñor García Cuerva expresó que “es un himno que nos invita a reconocer y regenerar nuestra vida como sociedad, desde la gratitud”.
Al iniciar su reflexión sobre el texto bíblico proclamado (Marcos 3, 1-6) compartió: “Hoy también nos ponemos delante de Dios como Nación, y le pedimos que nos cure, porque parecemos tener las manos paralizadas para el encuentro que construye fraternidad, las manos paralizadas para abrazar a los heridos por la soledad y la tristeza, las manos paralizadas para ser solidarios con los que menos tienen; y también le pedimos a Dios nos preserve de las manos manchadas de sangre por el narcotráfico, las manos sucias de la corrupción y la coima, las manos en el bolsillo del egoísmo y la indiferencia”.
En otro tramo de su mensaje, García Cuervo afirmó que “hay parálisis que no se pueden procrastinar”, y advirtió que “su postergación, en nombre de un futuro prometedor, generarían consecuencias nefastas por irreversibles en la vida de las personas y, por tanto, de toda la sociedad. Un precio muy alto a pagar que no nos podemos permitir: la malnutrición en la primera infancia; la falta de escolarización y accesibilidad a los servicios de salud; los ancianos y jubilados incapaces de sostenerse diariamente con un mínimo de dignidad, son algunos de esos ejemplos impostergables”.
Enseguida, agregó: “Todos sintamos también hoy sobre nosotros la mirada fuerte de Jesús que nos interpela, que nos cuestiona, que nos alerta sobre nuestra insensibilidad con los más desprotegidos, que nos reclama mayor compromiso y cercanía con los que sufren”.
Fue allí cuando envió un fuerte mensaje: “Que cada uno, y todos a la vez, desde la responsabilidad que tenemos en la comunidad, podamos dejarnos mirar por Dios, dejándonos cuestionar por la conciencia, y nos preguntemos: en estos tiempos tan difíciles: ¿qué estoy haciendo por los más pobres? Porque fácilmente nos sale reclamar a otros que se comprometan, pero yo ¿qué hago?, ¿podremos mirarnos y responder esa pregunta sin echar culpas como adolescentes, sino desde la responsabilidad de hacernos cargo, incluso si es necesario, realizando una autocrítica madura que tanto necesita escuchar alguna vez nuestro pueblo? Porque nuestra gente está haciendo un esfuerzo muy grande, no podemos nosotros ‘hacernos los tontos’. Hay que acompañar con hechos y no solo con palabras ese enorme esfuerzo; por eso siguen doliendo algunas acciones de la dirigencia divorciadas de la ciudadanía de a pie, como los tan comentados “auto aumentos” de sueldos de hace algunas semanas”.
“El pasado nos enseña que todo lo que amamos se puede destruir en base a la instrumentalización y el odio, ya que priva al cuerpo social de las defensas naturales contra la desintegración y la fragmentación social: rédito instantáneo para los saqueadores de turno e incapacidad presente para pensarnos como Nación. Hay pocas cosas que corrompen y socaban más a un pueblo que el hábito de odiar”, añadió García Cuerva.
Al finalizar, el obispo, inspirado en el mensaje de Francisco para la misa por los 50 años del asesinato del Padre Carlos Mugica, invitó a concretar en la Argentina “una alianza social para la esperanza, que sea inclusiva y no ideológica”.
“Desde este momento y hasta el Te Deum del año próximo queremos comprometernos delante de Dios a generar todas las acciones de gobierno y políticas públicas necesarias para que la acción de gracias de hoy no quede encerrada en la catedral y congelada en este día, sino que continúe en las calles y en la vida de todos los argentinos que se descubren sanados en su dignidad, dignificados en su trabajo, esperanzados en el futuro de sus hijos y nietos, hermanados en la tan ansiada unidad nacional, reconstruyendo la Patria, nuestra Argentina que tanto amamos y, a la vez, tanto nos duele”, agregó.
A principios de mayo había trascendido que el tedeum en conmemoración de la fecha nacional argentina se iba a llevar a cabo en la provincia de Córdoba, mudándola desde su lugar habitual en Buenos Aires y aprovechando celebrar en dicho territorio el acuerdo nacional que el Presidente lanzó el 1 de marzo. La ceremonia iba a estar presidida por el arzobispo de Córdoba, el Cardenal Ángel Rossi, quien fue elevado en jerarquía por el papa Francisco a fines de septiembre del 2023.
La anterior visita del Presidente a la Catedral Metropolitana ocurrió hace cinco meses, en la tarde del 10 de diciembre, día de la asunción presidencial del líder de La Libertad Avanza. Milei llegó a la sede eclesiástica apenas unos minutos pasadas las 19:30, luego de unir caminando junto a su gabinete el trayecto que separa la iglesia de la Casa Rosada.
En aquella ocasión, García Cuerva enunció que “habrá tormentas inesperadas como fue, por ejemplo, la pandemia de covid que aún hoy nos duelen tanto sus consecuencias, pero tenemos que advertirnos de las tormentas que nosotros mismos podemos crear, y con la que hacemos tambalear la casa, nuestro querido país”.
Y agregó: “Son las tormentas de la intolerancia, de sentirnos dueños de la verdad, los oportunismos políticos, los mensajes de desesperanza y pánico, el creer que cuánto peor, mejor. Un vendaval de conflictos y enfrentamientos que nos urgen a la reconciliación y la paz”.