«Te obligan a atender 20 o 25 clientes por día»: el terrible testimonio de una sobreviviente de la trata
En el 2007, Agustina fue invitada por una conocida a trabajar como moza. Lo que no sabía, era que esa persona había recibido $3000 de recompensa por haberla captado y secuestrar su DNI, a cambio de que la retuvieran con fines de explotación sexual.
“Yo trabajé en un prostíbulo desde los 20 años, ahora tengo 36. Los primeros días fueron horribles porque te drogaban y emborrachaban. El primer día, el segundo, y el tercero te violan, es así. Después te da miedo, no te resistís por los golpes, te acostumbrás a trabajar bajo amenaza. Te apuntan con revolver, amenazan con tus hijos, te mandan a Catamarca o a La Rioja. El miedo pasa a ser costumbre hasta que normalizas esa manera de vida”, le cuenta a eltucumano.
Agus, sin embargo, es la clara muestra de que actualmente la trata de personas no necesita precisamente secuestrar y hacer cruzar fronteras a una mujer para que sea esclavizada: “Yo trabajaba de 6 de la tarde a 6 de la mañana. Cuando no querés ir te van a buscar, y si insistís en renunciartenés que pagar una multa que es ir a Catamarca y trabajar gratis 15 días como una multa. En Catamarca te encontrás con chicas de varias provincias en la misma situación, hay chicas de Chile, de otros países. La mayoría no son de ahí”, revela.
Uno de los puntapiés de Agustina para revelar su historia, además de que se conmemora a nivel mundial el Día contra la Trata, es por la nota que leyó sobre el testimonio de Jessica, una prostituta tucumana que denunció persecución a las trabajadoras sexuales después de los allanamientos impulsados por la fundación María de los Ángeles, a cargo de la señora Susana Trimarco: “Yo estuve en un prostíbulo hace 15 años, es verdad que antes se veía a mujeres bailando con poca ropa, pero si antes había fiolo, ahora también. Es mentira que las chicas están en departamentos privados por cuenta propia” opinó la tucumana, y brindó sus razones.
“En primer lugar, para entrar a un departamento privado en el centro tucumano tenés que tener 200 mil pesos, te piden boletas de sueldo que tripliquen el mes de alquiler y que ronda los 50 mil, te piden garante. Nosotras trabajando como prostitutas no ganamos esa cantidad de plata, atrás de nosotras hay una persona que te saca el 50%, toda la vida ha existido y toda la vida va a existir. No es que porque ahora no haya prostíbulos todas las chicas trabajen solas”, argumenta.
Y es que Agustina cuenta que los años que realizó trabajo sexual, mantenía exactamente el mismo discurso de Jessica, por amenazas y acuerdos de madamas o fiolos: “Después de la Ley de Prostíbulos Cero, yo trabajé en departamentos, viví varios allanamientos y jamás nos sacaron las cosas de nosotras, es mentira que nos llevan a la comisaría, que nos pintan los dedos que nos hacen causas, solo te llevan los preservativos”, opina.
“El movimiento lo sé bien porque lo he vivido y lo conozco, sé que sigue la misma tradición de cuando se cerraron los prostíbulos hace unos años. Yo antes decía que era por voluntad propia mi trabajo porque cuando llega un allanamiento nos hacen la cabeza para decir eso, que estamos por cuenta propia. Una vez inclusive yo fui a la fundación María de los Ángeles mandada por los fiolos a pedir que nos dejen de molestar porque trabajábamos por cuenta propia y poder seguir laburando normal” se confiesa, dejando ver la similitud con el relato publicado por eltucumano el día viernes 29 de julio.
En al ambiente de la prostitución, se llama “pase” al turno sexual, y según esta sobreviviente de la trata, en cada departamento hay un cuaderno de anotes en donde se registran los pases diarios de las mujeres: “En este mundo hay mucho consumo de droga, alcohol, y rienda suelta a los deseos más oscuros y depravados de los hombres. En un día normal hacés 20 o 25 pases, los fines de semana entre 30 y 35 pases. A mí por suerte nunca me llegó a pasar nada muy grave porque siempre me negué a hacer ciertas cosas, pero a veces me castigaban, me daban culatazos, me metían pastillas en las bebidas… y otra compañera terminaba aceptando el trabajo. Mientras vos tengás cuidado puede que no te pase nada grave o te queden secuelas, pero hubo una chica del grupo que la mataron una vez. Mi secuela es que yo me quedé adicta a las pastillas. Hay que tener cuidado, no faltan los que lastiman, hieren, nunca va a dejar de haber todo tipo de depravados, porque eso es lo que son muchos hombres”, reflexiona, recordando los 6 años que estuvo en dichas prácticas.
Sin embargo, la postura de Agus no es abolicionista, sino que apunta a dejar de trabajar con ganancias compartidas y mucho menos normalizar la explotación: “No digo que no se prostituyan chicas, no me voy a meter en lo que hacen, pero les quiero decir que no se dejen llevar la mitad de la plata con otro, trabajen de otra manera, alquilen una casa en algún barrio por ejemplo, acuerden entre varias así se cuidan, dejen de pintar a la policía como si fueran de lo peor cuando los allanan. Porque si ustedes no están haciendo nada malo no las van a detener, no les van a pintar los dedos. Siento que si aclaran en una nota que la policía las detiene y les saca fotos como dijo la tal Jessica, es porque están con víctimas ahí, se están beneficiando con trabajo de otras personas, no te detienen solo por prostituirte”, remarcó.
“No inventan que hay menores, siempre las hay. Casi todas las chicas que conocí de 14, 15 años son chicas de La Bombilla porque ahí está la peor mafia que captura, en las villas. Los hombres prefieren agarrarse chicas jóvenes porque saben que ellas no tienen generalmente el carácter para frenarlos, son más ingenuas y les hacen lo que ellos quieren por manipulación. Una mujer de 30, 36 años ya sabe poner el freno, ya está curtida con otro carácter. Cuando estás en crisis y sin plata siempre hay un vivo que te hace la cabeza. No sabés que hacer y aceptás cualquier cosa” dijo, con respecto a la acusación de que existe abuso de mujeres menores de edad en este tipo de departamentos.
“Te manipulan tanto que tenés que hacer lo que el cliente pide, la criatura no se defiende. Si yo estoy trabajando por mi cuenta y elijo este cliente sí y este cliente no, te vas. Eso en los departamentos privados no pasa. Se atiende al cliente o se lo atiende, hay que cumplir con varios pases diarios y entregar la mitad de la cosa. Si hay uno atrás de una puerta apuntando con un arma y te obliga a hacerlo perdés eso de que ‘es tu cuerpo y tu decisión’”, remarcó.
“Lo que hay que barrer es la porquería de los fiolos. Los hombres no dan la cara, mandan a una mujer de pantalla para que se la pinte como que ella está trabajando ahí, y detrás de eso están escondidos los libros de pases. Los grandes manejan todo esto, son departamentos lindos. Buscan un gil que ponga la boleta de sueldo y figure. Ya son pillos” explicó Agustina.
“Así es el manejo y toda la vida será así. A raíz del quilombo de calle 25 de Mayo todas salieron a abrir el paraguas. Ella misma se pisa diciendo que la van a sacar del departamento, yo esto lo viví, si no hay un fiolo ahí no te van a detener, pintar los dedos, nada. Yo las conozco a todas, las chicas en general no tienen posibilidades de un buen trabajo, la mayoría no tiene estudios, tienen que agachar la cabeza. Tienen un abogado que les escribió el texto. Yo creo que si estás trabajando para tus hijos, tratando de salir adelante, no tenés para pagar un abogado, estás en otra cosa, buscando de llevar la comida a la casa y no gastando en abogados”, comentó.
Con respecto al temor planteado en la nota mencionada de que la policía les armara causas penales o les tomara fotos, Agustina remarcó que ella cree que hay una mentira detrás de ese relato: “En todos los allanamientos que viví no me tocaron un solo pelo, porque yo era la víctima. Por eso les digo, no sé qué miedo tienen si ellas no son regenteadas. La policía entra con un psicólogo a la pieza de a una, te hacen abrir el bolso y solo te sacan los preservativos para que dejés de trabajar ese día”, detalló, sobre lo que sucede en los allanamientos.
“Todo es una red, el que está en la cárcel manda al de afuera, el de afuera busca las chicas, el encargado las tiene controlando. El fiolo nunca busca la plata en persona tampoco, algunas chicas van a tirar los sobres con plata ellas solas. No sé cuánto cuestan los pases ahora pero manejan mucha guita. Nosotras seguimos pobres y los fiolos tucumanos tienen lanchas, autos, camioneta, casa en Tafí del Valle, terrenos, galpones, cadenas de oro, anillos, todo a cuesta del trabajo de nosotras” enumeró, enfurecida.
Sin embargo, la extrabajadora sexual volvió a remarcar que su intención al alertar sobre esta situación es que si realmente hay personas regenteando a las chicas que confiesan o dicen trabajar por cuenta propia, considera que deberían replantear la situación: “Hay muchas exprostitutas que luego son madamas, se arriesgan a trabajar con menores inclusive. Las que facturamos somos nosotras y ellos se llenan de plata. Encima de que nos viven, los defienden, da mucha bronca. Yo quiero que las chicas sepan que ya no es como antes que no había mecanismos para desarmar las redes de trata. Antes eran un montón de personas que te buscaban, amenazaban y todo, ahora cualquier gil te regentea y te hace asustar. Se aprovechan de nuestros problemas para buscar puntos débiles y hacernos la cabeza. Los prestamistas que salen de la nada muchos empezaron así, una mujer hace 10 mil en un día y ellos la triplican en dos días, todo lo hacen crecer y a cuesta nuestra”, opinó.
“A mí me agarraban con la llave, me daban latigazos, me amenazaban de mandarme a La Rioja o Catamarca a pagar mi plaza 15 días y volver sin una moneda. Chicas, no tienen que tener miedo, salgan de ahí, busquen otras 3 o 4 chicas y alquilen entre ustedes una casa, dejen de repartirles a estos giles, es tu cuerpo, cómo van a dejar que otro se aproveche”, cerró Agus.
Desde el 2014, esta tucumana logró salir de la red de explotación sexual en la que estuvo inmersa por seis años. A pesar de que actualmente trabaja de otra cosa totalmente distinta y tiene otras posibilidades, no juzga a quienes deciden realizar trabajo sexual. Su enojo y su señalamiento, es contra aquellos que regentean mujeres y menores de edad para enriquecerse a costas del trabajo sexual, un delito penado por la Ley.
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