Reflexiones sobre el 25 de Mayo de 1810
Por Javier Martínez
En esta semana de Mayo, estas líneas no tienen por objeto ostentar un carácter de revisión histórica sobre el desarrollo y lo que ha sido la denominada con justa razón como revolución de Mayo de 1810. Por el contrario si tienen como finalidad reflexionar sobre el sentido y la importancia trascendental que han tenido tantos próceres de nuestra rica historia nacional en el debate de ideas. Es que, de ese cruce de ideas sólidas cual semillas sembradas y regadas dieron como resultante la germinación de una patria, distinta, con otras complejidades seguramente a la que hoy tenemos, pero con el mismo sentimiento de lucha y defensa de la soberanía, de unión, de bien común.
Es que este primer grito de libertad, esa emancipación, esas luchas de ideales provenientes de mentes lúcidas y sin embargo a veces antagónicas con sensaciones encontradas dieron paso a la gesta de un producto que brindaba institucionalidad, una primer Junta de Gobierno. Un hito, que a la postre decantaría en la declaración de Independencia que ocurriría años más tarde, en 1816.
Revindico el debate como mecanismo superador, de escucha activa, tomando las ideas de otros sin que ello signifique debilidad sino grandeza, ingresando con éstas palabras al corazón de las ideas que pretendo brevemente transmitir.
Se me viene a la mente, el funcionamiento de un parlamento, epicentro de la representación popular, donde los representantes que son nuestros diputados, y a su vez quienes representan a las provincias nuestros senadores se someten a un debate de ideas, de proyectos, de formas para procurar la grandeza de la patria y la felicidad del pueblo. Aun cuando suenen expresiones románticas ante el descreimiento que azota a nuestra sociedad, se trata de la democracia en carne viva.
El Congreso Nacional, esa caja de resonancia ciudadana, pública, democrática, plural, abierta, servidora del bien común en su ejercicio virtuoso debiera funcionar tomando los aportes del conjunto en su parte mejor, jeraraquizando las iniciativas que cada espacio o legislador proponga, atendiendo a las mejoras que a cada proyecto se le pueda hacer. Proponiendo ideas, y escuchando las de otros. En definitiva, la democracia se construye entre todos y es para todos. No debemos de perder nunca este norte, no debemos pretender que se impongan las cosas por la prepotencia de los números sino por la prepotencia de la razón. De otro modo, se clausura el debate. Debiera existir virtud cuando me toca estar en un oficialismo y/o en una oposición coyuntural. La alternancia en el ejercicio del poder y/o su ratificación popular son las reglas del juego a la que nos sometemos como pueblo. La verdad debe surgir de cara a ese pueblo, con sensatez, no se confrontan proyectos de poder sino proyectos de país. El consenso en objetivos comunes surge sólo si hay buena fé, confianza, ánimos de construcción, combustibles éstos que robustecen el sistema democrático y brindan legitimidad a los productos finales de esos debates: las leyes de carácter general y con fuerza normativa para todos los habitantes.
Es sano, que recordemos lo que han hecho tantos próceres, que fue simplemente dar su visión, su aporte, su camino, que muchas veces aun siendo opuesto al camino que se defina finalmente tomar han servido para iluminar y fundar puntos de vista diferentes. La participación y respeto por las mayorías y minorías es central para garantizar calidad democrática. No se puede vivir permanentemente en clave electoral porque si no estaremos olvidando el fin principal de la tarea que quienes abrazamos la política debemos tener: trabajar por el pueblo sabiendo que somos sus servidores. Ya habrá tiempo para valorar la tarea que hacemos por parte de ese mandante soberano que a través del voto expresa quien/es quiere que lo representen.
Culmino deseando tengan una semana de Mayo festiva con el recuerdo de todo el simbolismo que tiene para nuestra Nación. Gracias.
*Intendente de Margarita Belén