EconomiaNacionales

Por qué a BlackRock y a los grandes fondos les conviene el acuerdo con Argentina: seis motivos

Seis de los motivos más importantes para entender la posición de nuestros acreedores más intransigentes.

Le negociación del gobierno argentino de la deuda emitida bajo legislación extranjera está entrando en su etapa final. Sin embargo, como suele ocurrir en todo cierre de una negociación de semejante magnitud, las turbulencias y tensiones se expresan públicamente, dando la sensación de que están a punto de fracasar.

En este caso, quién suele mostrarse como el actor más duro e intransigente de todos es BlackRock, el Fondo de Inversión internacional más grande del mundo. Este último parece liderar al grupo de tenedores que más presiona al gobierno argentino y pide una y otra vez nuevas condiciones para cerrar el acuerdo. Mostrándose dispuesto a dejar caer las negociaciones y que explote todo.

Si bien es verdad que el gobierno argentino quiere y necesita imperiosamente llegar a un acuerdo, también es cierto que BlackRock y los grandes fondos tienen incentivos para que ello ocurra. Repasemos así seis de los motivos más importantes para entender la posición de nuestros acreedores más intransigentes.

BlackRock tiene muchas acciones en empresas argentinas

El fondo BlackRock además de tener una importante cantidad de bonos argentinos también posee muchísimas acciones de empresas locales. Por ejemplo, es el principal accionista del Banco Galicia (tiene casi 6 millones de acciones allí), es el segundo inversor más grande del Banco Macro (con más de dos millones de acciones) y también del Banco Santander, siendo además el tercer accionista en importancia del Banco Supervielle. Pero no sólo sus intereses atañen a los bancos, sino también a otras empresas: es el principal accionista nada menos que de YPF (con casi 10 millones de acciones), Edenor, Telecom y de Central Puerto, el segundo de Transportadora del Gas del Sur, y sus acciones también se extienden a compañías tan distintas como Pampa Energía, Loma Negra o IRSA.

La pregunta obvia es si BlackRock, y otros fondos en una situación similar (como Fidelity y Rushmore), están dispuestos a destruir el valor de todas sus acciones y de esas empresas si es que no se logra un acuerdo. La respuesta parecería negativa: de caer el país en default, no sólo no cobraría sus títulos de deuda, sino que su patrimonio se licuaría fácilmente.

Además, sumemos un hecho: el grueso de las acreencias que posee BlackRock con el gobierno argentino fueron bonos emitidos durante el gobierno de Mauricio Macri hace apenas poco tiempo. De ser declarados esos títulos como incobrables, sería difícil explicarle a sus accionistas que las inversiones realizadas en tan breve tiempo se desvalorizaron tanto e incluso no se pagaron, demostrando el gran error de cálculo realizado. Sólo un arreglo podría evitar semejante papelón.

Aunque lo más importante de todo, igualmente, sería otra cosa: de haber acuerdo, el valor de las acciones de las empresas locales subiría mucho (incluso multiplicándose), implicando para BlackRock y otros Fondos, un enorme acrecentamiento de su patrimonio. Parece difícil que no tuvieran en cuenta esto, inclinándose entonces por la opción racional de acordar.

Se puede generar un efecto dominó a nivel mundial

Admitamos, igualmente, un punto clave: Argentina no es el principal país de las inversiones de BlackRock o los grandes fondos, sino que nuestro país tiene poco interés para sus carteras, siendo ellos grandes jugadores internacionales. El problema, no obstante, es que el caso de la negoción argentina puede no ser importante en sí misma por el monto sino por el efecto que puede generar en otras partes de mundo.

En efecto, en una situación de pandemia como la actual, muchos gobiernos están en crisis y con una recaudación en caída. Por ello se pueden ver fácilmente disculpados a dejar de pagar sus compromisos con los grandes fondos de inversión internacionales para atender las acuciantes necesidades de sus países. Así, si Argentina deja de pagar, otros gobiernos podrían seguir su ejemplo, jugándole esto en contra a los grandes fondos siendo ellos, justamente, los actores que más tienen para perder frente a defaults en cadena.

La única manera que tendrían de evitar un efecto dominó es, por ello mismo, que no caiga la primera pieza que después derrumbe a las demás, lo cual vuelca la situación a favor de arreglar: para ellos sería mejor un mal acuerdo antes que el default.

En este sentido, muchos gobiernos en el mundo podría mejorar su poder de negociación si es Argentina deja de pagar, amenazando a BlackRock y a otros fondos a aceptar condiciones que, de otro modo, no aceptarían: podrían presionarlos, ya que si los grandes fondos no cedieran, a los demás países sólo quedaría la opción de seguir el camino argentino, perjudicando la posición deudora.

Ya se acordó lo más difícil: el monto no es el problema

En una negociación de deuda quizá el escollo más difícil de todos para llegar a un acuerdo son los números: nadie quiere ceder dinero. Ahora bien, para el caso argentino eso ya está solucionado. Nadie hoy en día está discutiendo los montos, recortes o plazos. Todo eso ya se acordó.

Incluso el gobierno argentino cedió bastante, hizo sucesivas ofertas, realizó varias giras de consulta y diálogo y fue acercándose a lo pedido por los acreedores para poder arreglar. Por lo tanto, si los grandes fondos ya están satisfechos con los montos de la oferta, el incentivo principal para acordar está cumplido.

La alternativa no los favorece

Si BlackRock y los grandes fondos sostienen una actitud intransigente y no acuerdan, ya dijimos que a nivel internacional van a ver disminuida su posición de negociación frente a otros gobiernos y que podría desencadenarse una serie de defaults por el mundo.

Sin embargo, para el caso argentino, la alternativa concreta al acuerdo es clara: el default. Es decir, no cobrar nada, pasar esos papeles legalmente como incobrables y contabilizar perdidas.

Allí sus alternativas resultantes serían dos: o bien lanzarse a la larga y trabajosa batalla legal o bien vender sus papeles en el mercado. La primera alternativa puede llegar a demorar 10 años y no tiene un resultado asegurado: podrían ir a un tribunal y cobrar todo o también disputar legalmente pero perder. Fuera del litigio legal, la otra opción entonces es vender sus bonos al valor que un comprador sepa que puede cobrarlos, es decir, según lo que está ofreciendo el gobierno argentino actualmente, por lo tanto no tendría mucho sentido vender para cobrar el precio que el gobierno ya les está dando.

Otros fondos y los minoristas ya están arreglando

Como dijimos, BlackRock es el fondo que parece liderar a los acreedores más intransigentes. El problema aquí es que no todos los fondos tienen esa posición sino que, según dejaron trascender muchos importantes (como Gramercy Funds Management y Fintech Advisory), estarían dispuestos a acordar. Además, los acreedores minoristas (que poseen no menos del 60 de la deuda bajo negociación) parecen ser los más propensos también a arreglar. Desde el gobierno, hablan de la estrategia “pacman”, en la cual se avanzaría comiendo minoristas a lo loco, sumar Fondos aliados y algunos organismos del Estado que también poseen deuda, otorgando todo ello un buen piso para el arreglo.

Actualmente se están negociando 21 bonos argentinos. En muchos de estos el gobierno ya tiene el número suficiente de acreedores y los montos como para darlos legalmente como arreglados, puesto que se estarían superando los umbrales necesarios para evitar las posteriores batallas legales. Es decir, se tendría más del 65 o 75% de los montos, según el caso, que las Clausulas de Acción Colectiva (CAC) exigen para bloquear la vía del reclamo judicial. Por lo que el camino que suelen tomar los llamados “fondos buitres” ya no sería una opción en la mayoría de los bonos.

Si bien los números no son claros todavía, fuentes del gobierno dicen que en muchos bonos el acuerdo se logró y el problema serían en pocos títulos, e incluso allí tendrían igualmente una base superior al 50% de aceptación y quedando muy cerca de desactivar las CAC. La pregunta es otra vez si BlackRock y otros fondos se lanzarán a arriesgarse a no acordar y que el gobierno a pesar de ello igual llegue a un acuerdo. Hoy por hoy esa no parecería el camino más sensato.

La presión política es una carta débil

Los trascendidos actuales indican que todavía no se ha arribado a un acuerdo de deuda porque BlackRock y otros fondos pretenden que en la emisión de los nuevos títulos no haya clausulas CAC, lo cual saben que es imposible. No obstante, presionan igual porque están convencidos de una cosa: en plena pandemia y con la caída de la economía, el gobierno de Alberto Fernández necesita mostrar un logro en su gestión y que, por lo tanto, no puede dejar escapar la chance de un arreglo si es que ya se acordó el monto.

De esta manera, la presión de los grandes fondos es sobre todo psicológica y política más que económica y financiera, buscando que sobre las horas finales puedan obtener algún beneficio más. Sin embargo, esta estrategia, que es la última que les queda, a esta altura de la negociación ya se muestra como demasiado débil. Pues como vimos, los grandes fondos tienen más incentivos para acordar que motivos para no hacerlo.

En conclusión, repasando todos los elementos expuestos, parecería que las chances de llegar a un arreglo con respecto a la deuda son más grandes hoy en día que su contrario. Esperemos que sea así y pronto la cuestión quede resuelta.

Fuente: Ámbito Financiero

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.