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Nisman: cuatro años después

Pasaron 4 años. No sabemos con certeza jurídica como murió. Peor aún, un fiscal federal reconoció que posiblemente nunca lo sepamos. Gravísimo, en lo institucional, en la búsqueda de la verdad no conocida pero si muy sospechada, gravísimo para la Justicia, para la vida de la República.

Independientemente de sus errores, de sus defectos y virtudes, Alberto Nisman era cuando lo mataron, un fiscal que dijo tener a quienes acusar como responsables de uno de los atentados más importantes sufridos por nuestro país. Y por eso lo mataron posiblemente, o no posiblemente sino simplemente por eso.

Desde el primer momento hubo cosas muy “raras”. Custodios que no lo custodiaron, contaminación total de la escena y todo el departamento, denuncias contra los encargados de investigar, participación de funcionarios que no tenían nada que hacer en ese lugar, pedidos de la familia que no se respetaron, pistas que no se investigaron, operaciones de prensa de todo tipo, colaborador muy comprometido que sin embargo tiene acceso a todo el expediente.

A Nisman lo mataron porque lo que iba a denunciar en el Congreso Nacional tendría una repercusión política enorme, dentro y fuera del país. Lo sabemos porque algunas cosas adelantó reconociendo incluso que su vida corría serios riesgos. En eso sí estamos seguros que no se equivocó.

Nos quieren hacer creer que hay dos posibles causas de la muerte del fiscal. Asesinado o suicidio inducido. Nunca quedará claro porque un suicidio inducido no se llama asesinato.

Nisman decía saber quienes fueron los responsables del atentado a la AMIA. Denunció funcionarios políticos, agentes de inteligencia (ex SIDE), la mismísima Cristina Kirchner se vió involucrada, Agentes y dirigentes políticos de Irán, sicarios, grupos del exterior con apoyo local y muchas cosas más.

Existió información, hechos concretos, que fueron borrados de la información y nunca fueron investigados, cámaras de vigilancia que no funcionaban ese día, cambios de clave de los ascensores, ductos de aire acondicionado que comunicaban con departamentos vecinos y muchas cosas más.

Hay sí, algunas cuestiones concretas. El dictamen de Gendarmería Nacional fue contundente: a Nisman lo asesinaron. La Sala II de la Cámara Federal también dictaminó en ese sentido. Muchos expertos y científicos opinaron lo mismo basados en pruebas más que concluyentes. Pero por supuesto hay otras opiniones que hablan del suicidio. En el imaginario colectivo del pueblo, de la gente, del sentido común, en el análisis del contexto, la verdad “no conocida” es más que evidente: a Nisman lo mataron. Todo lo que vino después, los convenios caídos con Irán (Pacto de Entendimiento), las mentiras comprobadas, todo el esfuerzo desplegado para desacreditar lo investigado por Nisman, no hacen más que afianzar esa verdad no reconocida.

Pasaron 4 años.

Por Raúl López Alfaro

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