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Massa: «Endeudando a la Argentina a 100 años cualquiera es presidente»

Nacido en San Martín hace 45 años, Sergio Massa encontró su lugar en el mundo en Tigre. Allí tiene su búnker en el que pivotea con sus oficinas en la ciudad de Buenos Aires. Desde el segundo piso del edificio ubicado en la avenida Luis García puede verse el incesante ir y venir de autos, la remozada estación de trenes de Tigre, la arboleda y un poco más allá adivinar el curso del Río Tigre.

El candidato a senador de 1País, recibió a ámbito.com en un alto de la campaña y afirmó que «disfruta» del mano a mano con la gente. Aseguró que está enfocado en explicar que se puede corregir el rumbo del Gobierno pero terminando con «esa lógica enfermiza de amigo-enemigo que tiene la política argentina».

En su despacho, en donde destaca una foto suya con Raúl Alfonsín, analizó la polarización que el resultado de las PASO permite anticipar para el 22-O, y enfatizó que hay que terminar con la «lógica bipolar» porque «ningún país creció en un clima de fractura y división».

Periodista: Es un político con varias campañas encima, ¿la disfruta o la sufre?
Sergio Massa:
La disfruto porque me permite tener el mano a mano con la gente. Nosotros hacemos mucha campaña caminando, en los barrios por los centros de jubilados, los comercios, las pymes y el tener la posibilidad de charlar cara a cara con la gente, contarle y escucharla es una oportunidad única. Que se hace durante todo el año pero en la campaña se multiplica y la gente te presta un poco más de atención.

P.: ¿Cambió algo respecto a la campaña de las PASO?
S.M.:
Sí, en que estamos un poco más enfocados en contarle a la gente cómo podemos corregir el rumbo del gobierno en el Congreso con leyes, sin que eso signifique plantear la destrucción del enemigo, terminado con esa lógica enfermiza de amigo-enemigo que tiene la política argentina. Además planteándole la utilidad del voto a cada sector contándoles a las pymes cómo se pueden bajar impuestos subiéndoselos a las mineras y bancos internacionales, y cómo la pyme puede tornarse más competitiva y bajar la presión y el ahogo que tiene hoy del Estado. Contándoles a los jubilados cómo se pude usar bien la plata de la ANSES que hoy tiene u$s 60.000 millones y que el año pasado tuvo ganancias por más de $ 211 mil millones y que esa plata tiene que ir a los jubilados. Contándoles además a los trabajadores cómo defender el empleo y el salario a partir de bajar la presión en los impuestos en la comida. Plantear la idea de defender lo nuestro, Argentina tiene que aprender a defender lo propio y no mirar tanto para afuera, ni a Venezuela ni a Estados Unidos.

P.: En este proceso electoral se planteó una polarización…
S.M.:
La campaña se instaló sobre la base de «tapate la nariz, bancate que te aumenten el gas porque si no vuelve el cuco o vení y destruyamos al Gobierno». Esa es la lógica bipolar, que es una lógica que retrasa a la Argentina, ningún país creció en un clima de fractura y división. Lo que hay que hacer es transmitirle tranquilidad a la gente para que vaya a votar sin miedo, diciéndole claramente que las tres fuerzas vamos a estar en el Congreso, cuánta fuerza va a tener cada uno va a permitir o no imponer lo temas que proponemos.

P.: Construir esa tercera vía, ¿es complicado?
S.M.:
Si querés lo miramos matemáticamente. En las PASO había 12.800.000 personas habilitadas para votar, sólo fueron a votar 9.600.000, de los cuales 3.200.000 votaron a Unidad Ciudadana, 3.200.000 votaron a Cambiemos y 3.200.000 votaron otra cosa. Nosotros tenemos que tener la capacidad de que aquellos que votaron otra cosa o que eligieron no votar porque no querían la polarización, sientan que los podemos representar hacia adelante. Tenemos que tener la capacidad de convocarlos, de enamorarlos, de abrazarlos, de decirles que vengan, que es mentira que estamos condenados a elegir entre los malo y lo peor, que están condenados a votar tapándose la nariz. Que vengan a votar por el futuro.

P.: ¿Cómo evalúa la gestión de Cambiemos?
S.M.:
Hay que tener una mirada en función del resultado para la gente; un Gobierno es exitoso cuando a la gente le va bien y un gobierno no es exitoso cuando a la gente le va mal. Creo que hay cambios que en la Argentina tenemos que hacer ya, porque están golpeando al bolsillo de la clase media y trabajadora. En el tema tarifas, hay que ir a un esquema en el que ni la luz ni el gas ni el agua puedan aumentar más de lo que aumentan los sueldos, porque si no lo que termina pasando es que gana la empresa de gas y pierde el laburante del supermercado.

P.: ¿Hay otro aspecto a corregir?
S.M.:
El tema de la deuda. Endeudando a la Argentina a 100 años cualquiera es presidente. Yo no creo ni en Cavallo y Sturzenegger ni en Kicillof y Moreno, creo en (Roberto) Lavagna, que renegoció la deuda más gran de la historia económica mundial en las mejores condiciones. Y en (Aldo) Pignanelli que levantó 27 cuasimonedas, y en (José Ignacio) de Mendiguren que puso en marcha 190 mil pymes en 14 meses. En Lavagna y su equipo que bajó 40 puntos la pobreza en 18 meses, que generó 1,1 millón de puestos de trabajo. Ese es el modelo de la Argentina, abrazando al mundo con dignidad defendiendo lo nuestro.

P.: ¿No está de acuerdo con el rumbo de la política económica?
S.M.:
El Gobierno tiene una mirada de la economía muy asociada a lo financiero, y nosotros tenemos que aprender que nuestra economía depende centralmente del consumo, 80% de nuestro Producto Bruto es consumo, 12% es exportaciones y 8% es inversiones. Es un error mirar tanto la inversión extranjera cuando en realidad lo primero que tenés que hacer es ayudar a invertir al que ya tiene enterrado sus sueños, su dinero, su patrimonio y que genera trabajo.

P.: ¿Cómo se maneja el diálogo con el oficialismo en el Congreso?
S.M.:
Hay que aprender a poner límites y aprender a corregir lo que se puede corregir.

P.: Hay quienes acusan al Frente Renovar de ser condescendiente con el Gobierno…
S.M.:
Fijate que la mayoría de las cosas que nosotros votamos, las votó el Frente para la Victoria en el Senado. Es una chicana política y está bien. Pero a mí me parece más grave o más condescendiente ver a De Vido y Aranguren defender las represas de Electroingeniería en Santa Cruz.

P.: ¿Hace alguna autocrítica de su andar político en el primer año de Gobierno de Macri, por ejemplo con el viaje a Davos?
S.M.:
Creo que todo lo que podamos hacer cada uno de nosotros para ir a pedirle al mundo que vengan a generar trabajo a la Argentina lo tenemos que hacer. Pero te diría que en todo caso nos faltó tener capacidad de explicarle a la gente qué cosas corregimos, que cosas limitamos y que cosas aceptamos. El límite a que los familiares entraran al blanqueo lo pusimos nosotros, sin embargo después lo violaron con un decreto. El límite a la designación de jueces por decreto lo pusimos nosotros. El límite y la judicialización del primer tarifazo lo hicimos nosotros. La pelea para que los trabajadores no paguen más Impuesto a las Ganancias la lideremos nosotros, inclusive dirigentes sindicales después fueron y entregaron a los laburantes.

P.: Después del viaje a Davos recibió críticas de parte del Gobierno…
S.M.:
Viajé a fin de enero como opositor a plantearle al mundo que había empezado una nueva etapa en la Argentina, y en febrero tuvimos el primer cruce con ataques del Gobierno producto de que planteamos que no se podía designar jueces de la Corte por decreto. Con lo cual no es algo para mi novedoso, uno tiene que tener la independencia para saber decir que sí y para saber decir que no. Eso es lo que elige la gente de nosotros, nuestra independencia, nuestro sentido común y nuestra autonomía.

P.: La señal al mundo de viajar el Presidente con un líder opositor, ¿se quebró después?
S.M.:
Cuando en ese momento me invitaron me dijeron que habían arreglado que Margarita (Stolbizer) y (Daniel) Scioli participaran de otras actividades, después no sé que le pasó al Gobierno con ese tema de mostrarle al mundo la posibilidad de que podía convivir y dialogar. Me parece que ahí tiene una cuestión vinculada a creer que cuando se muestra articulando con la oposición pierde autoridad, tiene un prejuicio de debilidad que ojalá que lo supera porque en definitiva la Argentina necesita que tengamos la capacidad de unirnos para derrotar al desempleo, la inseguridad, la droga, la informalidad en el trabajo.

P.: El tema de la seguridad es algo que siempre lo ocupó, ¿qué balance hace de la política de seguridad en la provincia de Buenos Aires?
S.M.:
Que subió la inseguridad, pero no lo digo yo es lo que dice la Procuración, que es el organismo que mide el delito en la provincia de Buenos Aires, que subió el delito a pesar de que acá en Tigre volvió a bajar. Más que un balance haría un pedido. El ministro de Seguridad de la provincia dijo que Tigre es el ejemplo a seguir, entonces, que nos sigan, que nos acompañen con la ley que obliga a que todos los municipios tengan el mismo sistema de seguridad. Tenemos que lograr que la gente viva sin miedo. Sí, debo reconocer que en el Gobierno bonaerense no tienen connivencia con el funcionamiento de lo peor de la Policía Bonaerense, en eso hay que ser justo.

Peronismo

Uno de los datos más salientes de las próximas elecciones será cómo continuará el reordenamiento del peronismo, que tras la derrota del 2015 aún no ha podido agrupar la tropa. El proceso de depuración tiene a varios dirigentes interesados en erigirse como los líderes de un neoperonismo que resurja de las cenizas del referendo que llevó a Mauricio Macri a la Presidencia. «Para construir una alternativa al Gobierno, tenemos que pensar en una alternativa popular, progresista con peronistas, democristianos, progesistas, radicales», afirmó Massa.

Convencido de que el peronismo tendrá una alternativa de poder competitiva para 2019, el líder del Frente Renovador sostuvo que Cristina de Kirchner «es el pasado».

P.: ¿Tiene contacto con Cristina y Randazzo?
S.M.:
No, creo que cada uno de nosotros hoy tiene una obligación con sus votantes, con quienes representamos.

P.: ¿Se autopone límites pensando en la unión del peronismo?
S.M.:
Podés abrazarte con quienes compartís valores. Creo en la causa del trabajo, del Estado cuidando a los jubilados, de la educación pública y gratuita de calidad porque genera movilidad social ascendente, creo que estamos obligados a representar la causa de las pymes que son los dadores del 72% del empleo en la Argentina, y no creo en los dirigentes con causa judiciales en contra.

P.: ¿Ese es su límite?
S.M.:
Claro.

P.: Entonces, ¿cómo ve el armado del peronismo para 2019?
S.M.:
Tenemos que pensar en una alternativa que represente las causas que de alguna manera le den sentido al voto de la gente y no amontonar dirigentes, los amontonamientos de dirigentes siempre terminan mal, y lo digo desde mi experiencia, desde mis errores del pasado.

P.: ¿Qué errores?
S.M.:
Por ejemplo haberle ganado a (Raúl) Othacehé en 2013 con un emergente joven como Gustavo Menéndez y después darme vuelta y abrazar a Othacehé cuando en realidad el futuro ya le había ganado al pasado.

P.: ¿Qué postura deberían tener los dirigentes del peronismo para construir esa alternativa de poder?
S.M.:
Primero, no tengo ninguna duda de que en 2019 vamos a construir una alternativa que compita para ser mejor que Cambiemos. En cuanto a los dirigentes, debemos saber que nos puede tocar jugar de 9, de 4 o ir al banco, pero tenemos que armar una selección, un equipo que le dé al pueblo argentino la tranquilidad de saber que no nos hacemos cargo ni de la corrupción ni de la idea del Estado apropiándose de todo ni de la idea de la hegemonía y perpetuidad. Que nos hacemos cargo de los sueños y las esperanzas de que la Argentina ganen la clase media y los trabajadores.

P.: ¿Cristina es pasado o futuro?
S.M.:
Pasado porque ya tuvo su oportunidad, ya mostró lo que podía hacer y la sociedad ya dio su veredicto.

P.: ¿Cómo imagina su rol dentro del peronismo?
S.M.:
El que defina la gente. A pesar de tener 45 años, Dios y la gente me dieron un montón de oportunidades y creo que mi tarea hoy es la de colaborar y el lugar lo define la gente, no yo.


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