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Macri y Bolsonaro buscarán reactivar el proyecto para construir las represas de Garabí y Panambí

El presidente brasileño Jair Bolsonaro visitará Argentina el 6 de junio próximo y se reunirá con Mauricio Macri para avanzar en diversos objetivos, entre ellos, avanzar en una agenda de energía que incluya la reactivación del proyecto de construcción de las centrales eléctricas de Garabí y Panambí. El primer paso sería realizar un nuevo estudio de factibilidad.

En la previa a la visita del mandatario brasileño Jair Bolsonaro, representantes técnicos de ambos países trabajan en tres acuerdos energéticos, que procuran firmar el 6 de junio.

Uno de esos acuerdos apunta a reflotar el proyecto Garabí – Panambí, proyecto interrumpido en 2015. El primer paso sería un nuevo estudio de factibilidad.

Por su fuerte impacto ambiental, el proyecto original de 4710 MW de potencia instalada fue modificado a otro de 2200 MW o 11.445 GWh por año, con 96.967 hectáreas de embalse, que fue interrumpido en 2015. Un nuevo estudio podría ajustar estos números y pasar las etapas de aprobación para su construcción. Las inversiones para la construcción llegarían a los u$s 5100 millones y se instalarían 15 turbinas Kaplan, que podrían ser diseñadas en ambos países.

Según informa el diario El Cronista, se trabaja además en dos memorándums: uno sobre bioenergías y el otro sobre integración energética, en el que los acuerdos son más trabajados. El tercer documento es para retomar el estudio de factibilidad sobre la construcción de las represas hidroeléctricas Garabí y Panambí en el Río Uruguay.

Aunque es muy difícil de calcular, la suma de estos proyectos supera largamente los u$s 5000 millones en oportunidades de inversión y ventas de la energía.

La agenda está impulsada por las autoridades brasileñas; consultada por este diario, la Secretaría de Energía no dio información, pese a que el conductor de esa cartera, Gustavo Lopetegui, blanqueó la semana pasada en la Embajada de Brasil la intención de arribar a un acuerdo.

Las reuniones tienen un buen grado de avance, pero quienes participan aún no están seguros de llegar a tiempo para que los documentos estén listos dentro de apenas dos semanas.

Integración energética

El acuerdo más importante y más dificultoso es el de integración energética. Argentina y Brasil mantienen intercambios ocasionales de energía eléctrica en casos de emergencia. Argentina, con una matriz ligada al gas natural, depende de que la demanda no se dispare por cuestiones climáticas, mientras que Brasil, con un fuerte peso de la energía hidroeléctrica, está atado a que no ocurran prolongadas sequías en su territorio.

Las autoridades buscan ajustar y renovar el acuerdo de integración vigente desde 2016. Fuentes vinculadas a ambos gobiernos contaron que además de continuar con los intercambios de emergencia se busca la comercialización “de oportunidad”. Cuando existan excedentes de electricidad -algo que ya es habitual en casi toda la región por la entrada de las energías renovables-, las ventas y compras quedarán habilitadas para ayudar a bajar los costos medios de generación.

Las instalaciones de vinculación entre los países permiten intercambiar hasta 2100 MW de potencia en ambas direcciones. En primavera y verano Argentina podría colocar sus excedentes de generación térmica, mientras que en invierno Brasil podría reemplazar con energía hidroeléctrica la importación argentina de combustibles líquidos como GNL, fuel oil y gasoil, más caros.

También existirían mecanismos de compensación (entrega con posterior importación). “La integración es política y para eso se necesita que las dos partes se tengan mucha confianza”, dijo un conocedor del mercado eléctrico argentino.

Los organismos centralizados de despacho (la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico -Cammesa- en Argentina y el Operador Nacional do Sistema Elétrico -ONS- en Brasil) prefieren tener la generación cerca de los centros de consumo, lo que es más seguro.

Tomar electricidad del otro lado de la frontera representa un riesgo, aunque en ocasiones sea más barato. La integración, además, significa confiar en que no se romperán los acuerdos de manera unilateral o que un cambio abrupto en las condiciones del mercado lo arruine.

El caso del corte de las exportaciones de gas natural a Chile en 2004 es paradigmático: el Gobierno de Argentina trabaja para restablecer la credibilidad de los trasandinos, de manera en que las actuales ventas de gas, que rondan los 6 millones de metros cúbicos por día (MMm3/d) en condiciones interrumpibles se cuadrupliquen hasta los 24 MMm3/d en condiciones firmes en el mediano plazo.

En lo que va del milenio, Argentina exportó electricidad a Brasil entre mediados de 2000 y principios de 2002 e importó entre 2004 y 2011, con algunos intercambios ocasionales. Desde septiembre del año pasado, hubo ventas de energía “de oportunidad”.

Mientras tanto, algunas petroleras que operan en Argentina ya tienen contratos de exportación de gas natural a Brasil. Dentro de tres años, las ventas podrían alcanzar los 3 MMm3/d, mientras que para 2024 se podrían exportar 10 MMm3/d, con lo que se genera demanda para evacuar el gas de Vaca Muerta. En total, la comercialización de electricidad y de gas superaría en el mediano plazo los u$s 150 millones por año.

Biocombustibles

En cuanto al memorándum sobre bioenergías, el proyecto es ambicioso. La idea tomó forma el año pasado y busca aprovechar la alta productividad del campo en Argentina y Brasil y la transformación de los productos primarios en energía.

En concreto, lo más interesante transita sobre la posibilidad de avanzar en la convergencia en los porcentajes de mezcla de los biocombustibles en las naftas y gasoil, además de adecuar las normas técnicas de calidad.

En Brasil, las estaciones de servicio hay surtidores en los que la nafta tiene un 27,5% de bioetanol y otros con biocombustible puro. El corte de etanol en las naftas subirá progresivamente hasta 40% en 2030. En cambio, el porcentaje de biodiesel en el gasoil es de 11% y subirá 1 punto por año hasta 15% en 2023.

En Argentina, en tanto, el corte es de 12% de bioetanol en las naftas y de 10% de biodiesel en el gasoil.

Un acuerdo de este tipo impactará en la industria automotriz, que deberá adaptar los motores de los vehículos, y en el sector petrolero, que rechaza furiosamente la mezcla con biocombustibles en sus refinerías.

En los últimos meses, los precios regulados del bioetanol y del biodiesel vienen teniendo en Argentina aumentos muy por debajo de la inflación y ya empezaron a cerrar plantas productoras por la crisis.

Los representantes también buscan establecer un mercado regional de biocombustibles, un proyecto que necesita del visto bueno de varios presidentes de Sudamérica.

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