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Lula se posicionó como líder global contra la desigualdad y llamó a un acuerdo por Ucrania

El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, favorito a vencer en las elecciones de octubre próximo en Brasil, hizo este miércoles un llamado a la integración de América latina, se posicionó como un posible interlocutor global de la mayor economía latinoamericana ante las potencias y fustigó la guerra de Ucrania, al afirmar que estaría dispuesto a convocar a los líderes mundiales a una negociación para llegar a un acuerdo de paz.
«Las potencias cuando están en crisis quieren hacer guerras en otros países», afirmó Lula, que graficó que el conflicto ucraniano en Brasil sería resuelto en una mesa tomando cerveza entre los líderes mundiales, durante su discurso de cierre del encuentro internacional del Grupo de Puebla, realizado en Río de Janeiro.

Favorito en las elecciones, Lula clausuró los trabajos y los paneles donde dirigentes de izquierda y centroizquierda de América latina y España debatieron sobre democracia e igualdad, sobre todo con el escenario incierto de la pospandemia y las consecuencias económicas de la guerra y las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea a Rusia.

En ese marco, Lula repasó su primera gestión entre 2003 y 2011, y recordó que rechazó sumarse a la guerra de Irak como le había pedido en la Casa Blanca el entonces presidente estadounidense George W. Bush.

Ante unos 10.000 jóvenes, en el auditorio Marielle Franco de la Universidad Estadual de Río de Janeiro, Lula condenó la invasión rusa a Ucrania siguiendo la línea tradicional del Palacio de Itamaraty, siendo crítico con Estados Unidos por no haber tolerado la aparición en escena de Brasil como actor global en el siglo XXI.

«Tenemos que respetar la integridad territorial de cada país para avisarle a (el presidente de Rusia, Vladimir) Putin, a (el presidente de Estados Unidos, Joe) Biden, al presidente de Ucrania (Volodimir Zelenski) y a los de Europa que deben parar esta guerra», afirmó Lula.

«El pueblo quiere empleo, salario, educación, cultura y vida, el pueblo no quiere muerte, a quién interesa esta guerra; la razón de esa guerra sería resuelta en una mesa tomando cerveza; si no en la primera, en la segunda; si no da, en la tercera, llegaríamos a un acuerdo de paz hasta que se terminen las cervezas», agregó.

El exsindicalista dijo que a Estados Unidos no le gustó cuando en lugar de firmar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) los países de la región decidieron aumentar el Mercosur y fundar la Unasur y la Celac.

«Los estadounidenses no admiten tener otra referencia en las Américas que no sean ellos, entonces ellos no iban a permitir que Brasil tuviera fuerza política», sostuvo.

El papel regional de un eventual nuevo mandato de Lula como presidente fue destacado por el presidente argentino, Alberto Fernández, quien envió un mensaje como cierre del encuentro del Grupo de Puebla, en el cual participaron los expresidentes Dilma Rousseff (Brasil), Ernesto Samper (Colombia) y José Luis Rodríguez Zapatero (España).

Lula también defendió el comercio con China, principal socio comercial desde 2009 desplazando a Estados Unidos, y criticó a las «élites brasileñas» por menospreciar las relaciones entre los países latinoamericanos.

En el plano interno, Lula se refirió a la desigualdad generada por las políticas neoliberales implementadas en Brasil tras la caída de Rousseff en 2016 y fustigó la política de precios internacionales de los combustibles aplicada por Jair Bolsonaro.

«Como no saben resolver los problemas, les es más fácil privatizar Petrobras y las empresa públicas», afirmó.

En ese sentido, prometió emular el ejemplo del gobierno español de haber realizado una contrarreforma laboral, un tema que trató con Yolanda Díaz Pérez, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo del gobierno español del presidente de gobierno Pedro Sánchez.

También en el plano interno, Lula calificó de «gavilla» a los pastores evangelistas acusados de corrupción en el Ministerio de Salud del gobierno de Jair Bolsonaro e hizo un llamamiento a los militares a dejar de hacer política, una marca de la gestión del ultraderechista excapitán del Ejército.

«En el Brasil de hoy no existe noción sobre el papel de los militares; el papel de los militares no es chupar las medias de (el presidente, Jair) Bolsonaro, Bolsonaro no es el dueño de los militares, ellos son parte de una institución del pueblo brasileño para defendernos de enemigos externos, ellos no tienen que chuparle las medias ni a Lula ni a Bolsonaro», dijo Lula.

En medio de una ovación de los estudiantes, Lula tomó una bandera y dijo que Bolsonaro intentó apropiarse de los colores y de la camiseta de la selección.

El exsindicalista estuvo acompañado por los dirigentes del PT y de otros partidos que tejen una alianza en Río de Janeiro: Lula apoya en Rio de Janeiro a Marcelo Freixo, del Partido Socialista Brasileño (PSB).

El PSB debe indicar como vice de Lula a Geraldo Alckmin, un histórico rival del PT y exgobernador de San Pablo, en el marco de una alianza amplia «que ayude a ganar y a gobernar «, como resumió ante una pregunta de Télam Aloizio Mercadante, exministro y coordinador brasileño del Grupo de Puebla.

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