Lula prometió que volverá ‘mejor’ y calificó a Bolsonaro como un «bobo de la corte»
El expresidente y candidato opositor Luiz Inácio Lula da Silva prometió este jueves por la noche que en las elecciones del 2 de octubre busca volver «mejor» al gobierno, admitió que hubo corrupción en la estatal Petrobras, defendió a la expresidenta Dilma Rousseff y calificó al mandatario Jair Bolsonaro como un «bobo de la corte» que le ha dejado al Congreso la misión de gobernar y no puede controlar el presupuesto del país.
En una entrevista de 40 minutos con los presentadores del Jornal Nacional, de TV Globo, el noticiero más visto del país que marcó 31,2 puntos de rating, Lula se presentó por primera vez en un medio del grupo mediático que apoyó editorialmente a la operación Lava Jato, por la que fue encarcelado 580 días y lo proscribió de las elecciones de 2018.
«Fui masacrado (en la TV Globo) por cinco años consecutivos», afirmó el líder del Partido de los Trabajadores (PT), que acusó a la Operación Lava Jato de haber «arrojado al lodo» el prestigio y la independencia del Ministerio Púbico Fiscal.
«Lava Jato llegó del Poder Judicial a la política con el objetivo de detener a Lula», dijo ante los periodistas William Bonner y Renata Vasconcelos, mientras en varias ciudades se realizaban cacerolazos de los bolsonaristas y actos a favor del líder del PT.
Lula también dijo que no quiere nombrar a un fiscal general que le responda personalmente ni tampoco a los jefes de la Policía Federal. Si gana el gobierno en octubre, «si hay denuncia de corrupción que se investigue», subrayó.
«Quiero volver para ser mejor de lo que fueron mis ocho años de gobierno. Quiero volver porque quiero hacer las cosas que debería haber hecho pero no sabía que era posible hacer», aseguró Lula, que elogió la trayectoria como gobernador de San Pablo, el mayor estado del país, de Geraldo Ackmin, su adversario de entonces y su actual compañero de fórmula, un conservador del Partido Socialista Brasileño.
El exmetalúrgico prometió a la población que volverá a «ser feliz, con una mejor calidad de vida» y dijo que se propuso «pacificar el país contra el odio diseminado» por la ultraderecha, aunque defendió como «natural en todos los países la polarización ideológica y programática entre dos proyectos de país».
«La polarización es buena en una democracia, no hay polarización en el Partido Comunista de China y el Partido Comunista de Cuba», subrayó.
Lula fue cuestionado sobre la corrupción en su gobierno y en los contratos de la estatal Petrobras y admitió: «Uno no puede decir que no hubo corrupción si hubo gente que confesó, pero la delación premiada hizo que muchos que admitieron que robaran se hicieron más ricos».
Lula enumeró las acciones que su gobierno entre 2003 y 2010 ejecutó para reforzar los organismos de control y fustigó los decretos para imponer secreto de 100 años a las acciones y gastos de la presidencia de Bolsonaro.
Pero en tono de campaña calificó a Bolsonaro como un «bobo de la corte» -una expresión habitual en Brasil para señalar que el poder pasa por otro lado- que ha dejado de gobernar y que quien realiza las acciones es el presidente de Diputados, Arthur Lira, del bloque conocido como Central, que ha ejecutado una política de distribución de partida secretas para los diputados sin pasar por el Poder Ejecutivo, en un escándalo llamado «presupuesto secreto».
«Bolsonaro no puede ocuparse del presupuesto, los ministros llaman a Lira, no a Bolsonaro. Hay que terminar con este semipresidencialismo», afirmó el líder del PT.
El expresidente defendió la producción agrícola del Movimiento Sin Tierra, el grupo de campesinos que lo respalda y que es criminalizado por Bolsonaro.
Lula dijo que su objetivo es pacificar la convivencia en el campo y alertó sobre la política de Bolsonaro para armar a los hacendados.
Por otra parte, Lula dijo que hay diferencias «entre el agronegocio que es serio y cumple normas ambientales para exportar a China y a la Unión Europea» y los bolsonaristas que no respetan el medio ambiente y buscan explotar ilegalmente la selva amazónica.
El candidato de la coalición que lidera el PT también reivindicó la figura de Rousseff, su sucesora derrocada en un juicio político que fue respaldado editorialmente por el multimedios Globo. También elogió haber batido el récord de ocupación en el país en el 2014, pero admitió «errores» como haber intervenido en el precio de los combustibles artificialmente y haberle dado beneficios fiscales a largo plazo a la industria en momentos en que caían los precios de las materias primas exportadas.
«A Dilma la oposición en el Congreso no la dejó tomar las medidas para salir de la crisis», afirmó el expresidente.
Al ser consultado sobre la política externa y su defensa de gobiernos considerados autoritarios o dictaduras, Lula respondió: «precisamos respetar la autodeterminación de los pueblos, cada país debe cuidar de su nariz».
«Si ganamos las elecciones habrá una marea de amigos de Brasil que están desaparecidos y que van a volver a visitar Brasil porque será amigo de todo el mundo. Brasil no tiene conflictos internacionales», subrayó Lula, que prometió reforzar las instituciones y favorecer el diálogo con sus adversarios en el Congreso Nacional.
El martes pasado el presidente Bolsonaro marcó 32 puntos -récord-durante su participación en el Jornal Nacional.
Lula marcha primero en las encuestas a 15 puntos de Bolsonaro y con chances para vencer en primera vuelta, según el sondeo último de Datafolha, de agosto.