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Lluvias escasas y pronósticos desalentadores siguen condicionando al Paraná

Las escasas lluvias en la cuenca de generación de los mayores volúmenes del río Paraná, en Itaipú (Brasil), ofrecen un panorama desalentador para el próximo mes, al que se suma la época menos lluviosa en la región NEA.  

“Sabiendo que no ha llovido, que la cuenca está seca, que las perspectivas no son buenas y que entramos en una temporada de pocas lluvias, el panorama nos indica que, por lo menos hasta entrar a la primavera, la cuestión seguirá en la misma tónica (de aguas bajas para el Paraná)”, resumió Hugo Rohrmann, docente de la Facultad de Ingeniería de la UNNE, en la cátedra de Hidrología, y ex presidente y director en la Administración Provincial del Agua (APA).

En diálogo con NORTE, recordó que, en Chaco y Corrientes, cuando el nivel del río está por debajo de los 3 metros, es zona de “aguas bajas”. Así, explicó que, si bien no son los mismos niveles que en 2020 durante esta misma época, en este mes de abril está ocurriendo “algo parecido” porque “en nuestra temporada de lluvias, donde se esperaría que esté más arriba, se encuentra en valores bajos” que generan preocupación. 

“Una cosa es tener una bajante aislada, como la del año pasado, y otra cosa es esta bajante, que surge como consecuencia del 2020. Con esos condimentos, no se ve claro que esta situación mejore hacia adelante. El único elemento que estaría participando positivamente es que el fenómeno La Niña (menor evaporación, menor humedad y menores lluvias) se está terminando”, analizó, aunque dijo que la retirada del fenómeno no es algo que podrá verse en lo inmediato. 

Pocas lluvias 

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Para el especialista, hay tres factores que conforman un panorama “no tan bueno” de aquí en adelante. El primero de ellos está vinculado a los registros históricos de lluvias para la región, en esta época, que permiten estimar lo que puede pasar de acá a un mes en Barranqueras y Corrientes. “En general, las lluvias fueron muy pocas, especialmente en la zona de generación de caudales importantes, que es el área brasileña del río Paraná, arriba de Itaipú. Ahí se da el mayor caudal del río y ahí llovió muy poco. Con eso, yo ya sé que, de acá a un mes, el panorama no se modificará”, trazó, y agregó: “Puede haber alguna lluvia en la cuenca del Iguazú, que hará crecer al río una semana y luego volverá a bajar porque no tiene sustento en el tiempo”. 

Perspectiva trimestral 

Como otro factor, y destacando que es una herramienta de uso creciente, mencionó a la perspectiva trimestral de lluvias, elaborada por el Servicio Meteorológico Nacional y por organismos similares de Brasil. “Nos están diciendo que esa zona de Brasil (Itaipú) está con pronósticos de precipitaciones pobres o por debajo de lo normal”, resaltó. 

Si bien estimó que la perspectiva trimestral se actualizará en los próximos días, abarcando mayo, junio y julio, consideró que el panorama no variará demasiado. “Empieza un período en el NEA, hasta septiembre-octubre, donde las precipitaciones son muy escasas”, sostuvo, aclarando que, en Misiones y en Brasil, durante esta época es habitual que llueva un poco más que en el Noreste. 

“Seguimos en los meses de menores lluvias, y las esperanzas están puestas en septiembre-octubre, para que la temporada de lluvias empiece normal, y la bajante pase a ser un recuerdo”, indicó.  

Las represas 

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Represa de Itaipú.

Un tercer factor mencionado por Rohrmann es el nivel de almacenamiento de las represas en Brasil, hoy en valores más bajos que en la misma época del año pasado. En este punto, recordó que el año pasado, Itaipú, Paraguay y Argentina acordaron aumentar el caudal arrojado para subir en 2 metros el nivel del Paraná durante 15 días, y hacer posible la navegación de barcazas con soja.

“Los brasileños ya avisaron que tienen problemas de almacenamiento y en la generación de energía hidroeléctrica, que es otro de los elementos que empiezan a decidir el comportamiento del río, especialmente en bajante porque estamos contando gotita por gotita”, subrayó. Así, apuntó: “Si las represas bajan en demasía, no pueden generar energía. Esa es una ventaja que tiene Yacyretá, porque es la última (en la línea del Paraná), pero debe tener una determinada altura; y tiene un límite donde las turbinas dejan de funcionar”. 

Dejando claro que los países no le torcerán “el brazo a Yacyretá e Itaipú”, con pedidos de emergencia para subir los niveles y hacer posible la navegación, Rohrmann marcó que existe “una ecuación técnica-económica, a la cual los países adhieren”, pese a lo cual empiezan a aparecer conflictos entre los distintos intereses alrededor de la utilidad de una vía fluvial de tal importancia. 

Los problemas ya conocidos 

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Por último, Rohrmann repasó los problemas que genera una bajante tan pronunciada: en las tomas de agua, lo que afecta la calidad, y con la aparición de algas (aunque se reducirán con las menores temperaturas), que exigen a las empresas potabilizadoras agregar más químicos; en la navegación; y en la fauna, que nuevamente no podrá salir del cauce para reproducirse y comer.

Con respecto al manejo ictícola, marcó “la necesidad de extremar medidas de precaución y lograr un acuerdo entre las provincias ribereñas”, que todavía no se avizora.  

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