Sociedad

La Salud Mental y los denominados Centros Terapéuticos: la mirada de un especialista chaqueño

La directora técnica del Centro Terapéutico “Darse Cuenta”, con sede en La Plata (Buenos Aires), Paula Costantini, se refirió a la nueva ley de Salud Mental. En entrevista con una radio chaqueña, la licenciada apuntó contra el concepto de reducción de daños; es decir, la manera en que la nueva ley sugiere el encuadre de los derechos humanos aplicado en casos de consumo problemático. A su vez, Constantini se mostró también en contra de la internación voluntaria, otro de los postulados de la vigente ley: «El adicto tiene la voluntad quebrada«, sentenció y agregó: «Me parece que no conocen la adicción como enfermedad».

A raíz de estas declaraciones, Agencia FOCO dialogó con Carlos Trujillo, psicólogo y director del Centro de Abordaje en Salud Mental Comunitaria y Consumos Problemáticos del barrio Toba. La charla se centró en analizar de qué manera se abordan en los llamados centros terapéuticos o dispositivos de contención, la problemática del consumo problemático.

“Centros clandestinos”

Imagen de las redes sociales del Centro Terapéutico “Darse Cuenta”, con sede en La Plata (Buenos Aires).

 

 

La primera pregunta fue si tal pensamiento de Constantini se corresponde con la ley de Salud Mental; y, por otro lado, si como parte de las funciones y capacidades que se prevén fortalecer en el Chaco, sería oportuno rever este tipo de análisis en personas que están, justamente, a cargo de una institución tan importante. “Los modos de abordaje y las prácticas relacionadas al consumo problemático de sustancias representan un campo de batalla, un campo de tensiones, de articulaciones, en donde uno podría decir ‘dime desde dónde pretendes practicar el abordaje del consumo problemático y te diré qué sociedad quieres’”, destacó Trujillo.

Así, explicó que -al ser una opinión- “uno podría estar o no a favor”. “Me parece que la opinión de la señora (por Constantini) es consecuente al modelo que sostiene: no es un modelo basado en una idea de enfermedad como restrictiva, en un modelo tutelar, en un modelo que ancla sus bases en lo más profundo de la de la manicomialización, del entender a la enfermedad y al enfermo como un estigma del cual hay que excluirlo de la comunidad, de su barrio, de la sociedad. Es un modelo que funciona -más bien- como un aparato de represión y orden social más que terapéutico; por ende, estos centros llamados comunidades terapéuticas habría que llamarlos por su nombre tal como lo dice también un colega suyo, Pablo Galfre: ‘centros clandestinos’, en donde lo que sucede en estos lugares no está controlado, no está visado y no están habilitados en esta idea de tratamiento”, amplió.

Sobre el caso “La Razón de Vivir”

El especialista en Salud Mental recordó el caso recientemente conocido como “La Razón de Vivir”, el centro terapéutico clandestino que terminó con la imputación –entre otros- de “Teto” Medina.  “Se cuelan un montón de privaciones y de violaciones de los Derechos Humanos, como ha pasado con en estas últimas semanas con la visibilización del caso que incluyó a Teto, con diferentes vejaciones, restricciones y privaciones de los Derechos Humanos. Ese es un modelo que se ubica en la vereda de enfrente del modelo que nosotros queremos seguir implementando”, interpretó. Y analizó: “Al estar enmarcado nuestro modelo en los Derechos Humanos, esa es nuestra base y nuestro horizonte matizado por una clínica rigurosa y terapéutica que, a la vez, tiene articulaciones con el Estado”.

Para ampliar la discusión hacia la intervención del Estado, sobre lo que Constantini consideró que “está ausente”, el psicólogo Trujillo puntualizó: “Nuestro modelo es uno clínico-terapéutico; es un modelo basado en la comunidad, enmarcado en los derechos humanos de las personas”. “Es un modelo no restrictivo, que apuesta por las potencias de la persona, en donde todo diagnóstico es en una situación, con un contexto y un trasfondo”, amplió.

Respecto de las internaciones, sobre lo que Constantini aseveró “estar en contra” de las voluntarias que se enmarcan dentro de los Derechos Humanos, Trujillo recalcó: “No estamos en contra de las internaciones”. “Esto siempre fue una mala interpretación de las personas que se encuentran en contra de este modelo; por ende, están a favor del otro modelo que vehiculiza toda una idea de sociedad, una idea de la enfermedad y sienta las condiciones para sociedades cada vez más segregativas, cada vez más tecnocráticas cada vez más basadas en un modelo de productividad que termina excluyendo un montón de personas”, reflexionó.

Modelos en debate

En cuanto al pensamiento de la directora técnica de “Darse Cuenta”, el psicólogo remarcó: “Es consecuente al modelo que ella quiere sostener al modelo que se quiere seguir implementando. No son tratamientos, no son terapéuticos. Tienen una idea de la restricción como curación”. Y continuó: “Esos modelos terminan explotando luego con mayor violencia; es un modelo que trata mientras está adentro y mientras le sirve en un punto económico. Pero una vez que está fuera, están totalmente abandonados, no trabajan con las familias”.

“Me parece importante tener en cuenta esto también, ya que en nuestros modelos no tienen ningún tipo de prurito en el momento de la internación pero una terapéutica y controlada; es una internación que está articulada con otros estamentos del Estado, que tiene un montón de controles para justamente pensar que esa intervención de internaciones involuntarias tenga todo el resguardo necesario para que el aparato estatal o la institución no suspenda los derechos de esa persona por estar enfermo”, sentenció Trujillo.

Sobre el destino de dichas instituciones, el especialista en Salud Mental explicó que “va a depender de cómo vamos a construir nosotros, cómo vamos a seguir construyendo, cómo vamos a seguir fortaleciendo, reforzando y enriqueciendo nuestro modelo”, y añadió que “estos centros clandestinos, este modelo manicomial existen porque hay personas a las cuales le conviene económicamente; les conviene que existan estos modelos o sostener este modelo para dar fundamento a este tipo de prácticas. Pero el destino de estas instituciones va a depender de cómo nosotros sigamos fortaleciendo, metabolizando, incluyendo diferentes actores: familias, usuarios, usuarias”, concluyó.

Finalmente, entendió que la batalla hay que darla en los medios de comunicación y “tener en cuenta que la salud mental es un campo de tensión, el de los consumos problemáticos es un campo de decisiones, de articulaciones, es un campo semántico, de sentido y de producción”. “Cómo pensar a estos modelos o a la inserción en el debate de las y los profesionales, pero también de los usuarios, de las familias. Además, no son solamente cuestiones de sustancias, sino de qué sociedad queremos y qué concepto de ciudadanía es la que vamos a sostener en el futuro”, concluyó el también docente de la materia Psicoanálisis de la Cuenca y de la UCES.

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