La historia de Nazarena, la víctima de coronavirus más joven de la Argentina
Tenía 14 años y vivía en la pequeña ciudad chaqueña de Presidencia de la Plaza. Estaba internada en Resistencia desde el 7 de mayo a causa de una operación de apendicitis. También padecía lupus. Se cree que contrajo la enfermedad dentro del hospital. Su madre se enteró del contagio después de su fallecimiento.
A finales de noviembre de 2019, Nazarena Magalí Ramírez, de apenas 14 años, empezó a transitar un calvario con su salud. Empezó a faltar a la escuela, tuvo dificultades lógicas para seguir el ritmo de estudio de sus compañeros y de a poco se apagó esa imagen extrovertida, risueña y protagónica que había forjado durante su niñez en la ciudad de Presidencia de la Plaza, en Chaco.
Seis meses después del inicio de esa pesadilla con su salud, ya con 14 años, Nazarena perdió la vida, sin siquiera haber podido celebrar su fiesta de 15 en la casa de una familia amiga en el barrio Hospital Tomás Amigo. Con un cuadro de lupus, una neumonía severa y recientemente operada de un cuadro de apendicitis aguda, la joven de 14 años murió en soledad, aislada en el área 6 del Hospital Julio Perrando, de Resistencia. Unas pocas horas antes de su deceso, los resultados de un hisopado detectaron que se había contagiado de coronavirus.
Nazarena Ramírez se convirtió así en la víctima más joven contagiada de COVID-19 en la Argentina desde la llegada de la pandemia.
Su madre, Analía “Pelu” Ramírez, se encuentra en la capital chaqueña sin haberse sometido todavía a un hisopado ni encontrarse en aislamiento. Incluso hoy, lunes, debió transitar el drama más doloroso de su vida mientras realizaba trámites de defunción en oficinas públicas de la capital provincial.
“Los problemas para Naza comenzaron a finales del año pasado. Ella era una luz con la escuela. La disfrutaba, le iba bien con las materias. Y tenía una personalidad muy fuerte, era muy protagonista en los lugares donde estaba”, relató Roxana Obregón, una vecina y amiga íntima de “Pelu”, la mamá de la joven y quien vivía apenas a 40 metros de la casa de los Ramírez.
“Pero empezó con problemas en los riñones, con dolores constantes, con fiebre y ya no podía terminar de recuperarse”, recordó.
Nazarena vivía en una modesta casa en la calle Vicente López y Planes, a unos pocos metros del hospital de la ciudad Presidencia de la Plaza. Residía junto a su madre, “Pelu”, de 40 años, y a sus hermanos Ayelén (18) y Brahian (8). Su padre nunca estuvo en el hogar. En tanto, Rocío, la hermana mayor de la familia (22), ya se había mudado a Buenos Aires y Belén (20), la restante, vive con su marido y su hijo en otro hogar de la ciudad.
«Pelu» junto a sus hijos vivían en una modesta casa plantada en la finca que alguna vez fue de su padre. Dos de sus hermanos también construyeron dos pequeñas casillas en el mismo terreno.
“A finales de noviembre, Nazarena empezó a tener problemas con sus riñones. Decía que le dolían mucho, levantaba fiebre cada una semana y tenía que estar yendo y viniendo al hospital cada dos por tres”, relató Roxana Obregón, quien la tuvo como alumna en la Escuela Secundaria Nº 176 Gral. San Martín.
“Ya en el final de las clases del año pasado y en el comienzo de este año, a ella le costaba venir. Se había perdido un poco con las materias, pero lo peor es que no podía recuperarse del todo. Cada vez que iba al hospital, le decían que tenía una infección urinaria y un problema reumático sin demasiada consideración. Le daban antibiótico y a las semanas volvían a aparecer los síntomas”, describió Obregón.
Mientras la pandemia del coronavirus comenzaba a azotar a la ciudad de Resistencia desde los comienzos de abril, las visitas de la adolescente al hospital se hicieron más esporádicas. Todos los vecinos de a zona cumplieron con dedicación la cuarentena obligatoria dictada desde el gobierno nacional.
“Yo estuve como tres semanas sin verla. Cuando lo hice, ella ya estaba muy flaca”, dijo Obregón.
Durante los primeros días de abril, la condición de Nazarena empezó a empeorar. La fiebre no le bajaba y al problema de los riñones se le sumó un dolor fortísimo en el bajovientre. “Desde el hospital de aquí le dijeron a la madre que la llevara al Hospital 4 de Junio, en Sáenz Peña, que está a unos 65 kilómetros”, describió Obregón.
«Pero el mismo día que fueron, ‘Pelu’ volvió con Naza. Le dieron algunos antibióticos y le dijeron que no era necesario que se quedara internada ahí. Pero la fiebre no le bajaba».
Así, desde las autoridades del Hospital Tomás Amigo, en conjunto con el intendente de la ciudad, Diego Bernachea, se diagramó un traslado en ambulancia a la ciudad de Resistencia.
“A todos nos daba un poco de miedo, porque sabíamos que en Resistencia estaba el mayor brote del coronavirus de la provincia. Encima, tener que entrar a un hospital era algo que a “Pelu” la asustaba mucho. Pero la fiebre no le bajaba a Naza y algo había que hacer”.
Nazarena Ramírez fue trasladada al Hospital Perrando el 7 de mayo. Según confirmó Obregón, casi inmediatamente después de ingresar al centro de salud, fue derivada al quirófano para una operación: padecía un cuadro de apendicitis aguda que no había sido diagnosticado.
«Hablé ese mismo día con Pelu, que no entendía bien todo lo que pasaba. Desde ahí, casi que hablamos todos los días», recordó Obregón.
A los pocos días de la operación, el cuadro de Nazarena no mejoraba. Todavía estaba anémica y sólo podía alimentarse por suero. Así y todo, los médicos del Hospital Perrando pudieron determinar finalmente qué era lo que había afectado a la niña desde hacía meses: Nazarena padecía lupus eritematoso sistémico, una enfermedad autoinmune crónica que puede causar lesiones e inflamaciones en cualquier órgano del cuerpo.
Pasaron unas semanas sin que Nazarena pudiera recuperar estabilidad en el organismo. Por esos días, otra de las misiones del entorno de la familia Ramírez era poder ayudar a su madre “Pelu” para que pudiera quedarse en Resistencia sin correr riesgo de contagiarse de coronavirus.
El hogar “Madre Teresa de Calcuta”, destinado para el hospedaje de familiares de internados procedentes del interior de la provincia de Chaco de bajos recursos, había detectado recientemente dos casos positivos de coronavirus, por lo que “Pelu” debía encontrarse otro lugar. Ya no podía seguir durmiendo en los pasillos del hospital o tratar de rebuscárselas a la intemperie cuando la policía la echaba del nosocomio.
“La madre de la niña es muy humilde. Trabaja de empleada doméstica y sólo con ese sueldo tiene que sostener a todos sus hijos”, le comentó el intendente de Presidencia de la Plaza, Diego Bernachea.
“Por eso, nos pusimos en contacto con ella y le conseguimos un refugio y ropa para que tuviera en Resistencia. Además, el dueño de una de las casas donde ella trabajaba, un empresario del sector textil de acá, se puso en contacto conmigo para enviarle dinero y ropa y para que pudiera subsistir”.
Hasta la última semana de mayo, la palabra coronavirus ni siquiera apareció en el cuadro de salud de Nazarena Ramírez. Fue recién a partir del 26 de mayo, cuando se sumó un cuadro de neumonía e inflamación de los pulmones, que se disparó la alarma.
“La semana pasada, el martes, me llamó ‘Pelu’ y me dijo: ‘Necesitamos dadores de sangre porque la van a volver a operar, Naza tiene líquido en los pulmones y los riñones siguen muy inflamados. No sé si va a pasar la operación’”, relató Obregón.
«Al otro día, yo ya esperaba lo peor. Me volvió a llamar Pelu y me dijo que estaba junto a ella, que estaba despierta. Que no podía hablarle porque estaba toda entubada, pero que estaba consciente».
Ese miércoles, fue la última vez que «Pelu» Ramírez vio a su hija.
Mientras tanto, el intendente de Presidencia de la Plaza y Obregón, que también es concejala por la UCR (oposición) en la ciudad, trataban de investigar junto a contactos del Ministerio de Salud cuál era el cuadro de la niña.
“A Diego le dijeron ‘la nena está muy grave. Tiene lupus, insuficiencia renal y un posoperatorio de apendicitis aguda con compromiso pulmonar”, dijo Obregón.
La concejala y su amiga de toda la vida “Pelu” no volvieron a hablar hasta el domingo al mediodía, cuando la madre de Nazarena la llamó desesperada: “Hizo un paro cardíaco y no sé nada más, no puedo entrar a verla”, le dijo “Pelu” a su amiga.
“Después me llamó a eso de las cuatro de la tarde, de nuevo. Y me dijo que Naza había fallecido. Todavía hasta ese momento no le habían dicho nada del COVID-19”, relató Obregón.
Según el entorno de la adolescente, todo se sumergió en un embudo de mal manejo de la situación y falta de comunicación por parte del hospital.
“Ayer (domingo) a la noche, me empiezan a escribir alumnos del colegio. Y me empiezan a pasar links de medios de acá de Chaco que decían del caso de una chica de 14 años que murió de COVID-19 y que era la más joven en morir de esa enfermedad en el país. Me preguntaban si sabía algo y si era Nazarena. Yo no sabía qué responderles”, dijo Obregón.
“Llamé de nuevo a Pelu y me dijo que no le habían dicho nada de eso. Que la tenían apartada en una salita, pero que no le habían dicho nada sobre el coronavirus”.
Según la amiga, “Pelu” Ramírez fue notificada a última hora del domingo de que su hija había dado positivo de COVID-19 en un hisopado que le realizaron hace unos días y que antes de perder la vida, había sido trasladada a la “Pastilla (zona) 6”, donde estaban internados los pacientes confirmados de coronavirus.
“Pero incluso, para peor, hoy lunes hablé con ella a la mañana y me dijo que estaba en el registro civil haciendo los trámites de defunción de su hija junto a una asistente social. Sin que la hayan aislado ni que le hayan hecho un hisopado para ver si ella también se contagió”, denunció Obregón.
“Es muy posible que Nazarena se haya contagiado dentro del hospital. Ella llegó allí el 7 de mayo, hace más de tres semanas. De haberse contagiado acá, nosotros ya tendríamos gente con síntomas. Y hasta el momento, seguimos sin ningún caso”, completó Bernachea.
Para la familia y los amigos, la muerte de Nazarena significó un puñal, directo al espíritu de su entorno.
Yolanda Pereyra, la madre de la mejor amiga de toda la vida de la adolescente, dijo: “Casi que se criaron las dos juntas en mi casa. Para mí era como mi hija. Ella soñaba con tener su fiesta de 15, me decía ‘Yoli, vos me tenés que regalar el vestido y la fiesta la voy a hacer acá en tu casa’. Esto es algo de ni creer”.
En tanto, la hermana mayor, Rocío, escribió en su perfil de Facebook: “Hermana, qué puedo decir, que estoy destrozada con tu partida (…) Pero estoy tranquila porque sé que ahora estás con los abuelos descansando y que ahora ya no vas a sufrir. Me pone triste tu partida, pero sé que ahora estás en un lugar mejor”.
Por su lado, Lucas Leiva, quien fuera su profesor de la danza zumba durante todo el 2019, también le dedicó un homenaje en las redes: “Así la recordaré siempre yo. Dispuesta en todo momento para nuestra academia. Descansá, pequeña Naza”.
Mientras el entorno de la familia Ramírez prepara el regreso de “Pelu” a la ciudad, Obregón advirtió que también habrá que empezar a lidiar con la paranoia y discriminación de parte del vecindario: “Desde que se supo lo del COVID y Nazarena, algunos vecinos me empezaron a hacer preguntas, de adónde iba a ir Pelu cuando volviera, medio como si le quisieran quemar la casa, como si trajera la peste. Y eso no lo podemos permitir, con lo que está viviendo esta mujer”, dijo Obregón a este medio.
«Ya con sus hermanos, nos estuvimos arreglando para que ella pueda estar sola, aislada en su casa durante unas semanas. Así, nos organizamos también nosotros para que no haya riesgos», completó.
Y así, los 20 mil habitantes de Presidencia de la Plaza intentarán sobrellevar el drama que los inundó en las últimas horas, en medio de la pandemia de coronavirus. Posiblemente Yolanda prepare su casa el próximo 11 de enero para recibir a invitados. Quizás los amigos y la familia quieran homenajear a Nazarena Ramírez el día de sus 15.
Fuente: Infobae.com