Jorge “Pancho” Ramírez, un retazo de historia del básquet en primera persona
La historia del deporte se escribe a través de grandes gestas y logros colectivos o individuales; pero también con jugadores que forjan, con dedicación y esfuerzo, carreras que los convierten en personajes ineludibles a la hora de explicar el devenir de cada una de las disciplinas. El de José Bernardino “Pancho” Ramírez, es uno de los nombres ineludibles del básquet resistenciano, en particular; y chaqueño en general. “Sin dudas que no fui un Messi de este deporte, pero dejé, en cada club y cada partido, hasta la última gota de sudor y así pude jugar tantos años a este deporte que me apasiona”, sintetizó en declaraciones a Radio Universidad.
Sueños y realidades
El sueño de los aros y las redes comenzó cuando “Pancho” era muy pequeño, allá en su Las Palmas natal. Por aquellos años, en el amanecer de la década ´90, el pueblo vivía del ingenio y las zafras eran una experiencia colectiva compartida por casi todos los habitantes de la localidad. “Jugábamos descalzos, porque el único par de zapatillas que teníamos era para ir a la escuela y había que cuidarlo”, rememoró, con su tono siempre bonachón y respetuoso en el encuentro en el estudio con Luis Darío Molodezky, quien hizo las veces de anfitrión.
En las primeras canastas encestadas en el Globetrotters de Las Palmas, a los entrenamientos en Palermo por mandato paterno, hubo un paso casi natural. Pero el deporte, en aquellas latitudes se presentaba de múltiples maneras y “Pancho” también desarrolló buenos dotes como arquero de fútbol. “Llegó un momento en que mi mamá, Yoli, me dijo que tenía que decir qué hacer, así que elegí el básquet y así llegué a Resistencia”, relató.
Don Bosco fue algo más que la posibilidad de encauzar esa pasión surgida desde tan pequeño. “A los 17 años vinimos a probarnos a Don Bosco, estaba el señor Walter Bregi y Conejo Valussi, pero en esa época iba y venía: hablaba con el frutero, con el camionero y me atraían porque no había colectivos a toda hora”, relató. “En el ´94, vine a terminar el secundario, ya como jugadora de primera donde pude salir campeón del oficial y de la apertura, con jugadores como Luis Esqueira, los hermanos Andreata, Javier Lagraña, “Pomelo” Costa y el “Pato” Nardoni; que me enseñaron mucho”, sumó.
De Resistencia a la región
Las circunstancias lo llevaron a integrar equipos que marcaron una época en el básquet local. Con Villa San Martín, por caso, se coronó una noche lluviosa, ante una multitud; pero antes había tenido un prolífico paso por Hindú, club con el que jugó la Liga C.
También llegó la posibilidad de integrar la selección del Chaco, que perdió el ascenso con Entre Ríos, por un simple, en Esquina (Corrientes); con jugadores de la talla de Edgardo Agudo y Sebastián Pértile; y de integrar el equipo que salió Subcampeón Argentino sub-22, en Corrientes, cayendo en la final contra Santa Fe.
“Siempre digo que con Don Bosco conocí Resistencia y con Hindú crucé el Paralelo 28 (límite de la provincia del Chaco) para proyectar mi carrera a nivel regional; lamentablemente el Chaco ha logrado formar grandes jugadores pero no equipos que hayan podido trascender a nivel nacional”, evaluó.
El tiempo llevó a “Pancho” a Charata, para dejar su marca jugando en la Asociación Italia, de la mano de Don Miguel Leguizamón y “Fredy” Cano. “Fue una gran experiencia, italiana no salía campeón hacía como 14 años y ese año logramos consagrarnos en la Liga B”, recordó.
Un vínculo que trasciende los años
A la par del básquet Jorge Bernardino Ramírez ha hecho una no menos prolífica carrera en la Policía del Chaco. A cuatro años del retiro, por estos días ostenta el grado de Comisario, forjado al calor de muchos años en la calle, en las canchas de la Liga Chaqueña de Fútbol y, en los últimos años, cuidando la entrada de la Casa de Gobierno.
“La verdad es un trabajo que requiere un temple particular, muchas veces se complica un poco, pero siempre me manejé de la misma manera: tratando de encauzar los conflictos con diálogo, soy de los que piensan que hablando se entiende la gente”, trazó como filosofía de vida.
Por estos tiempos, alterna las horas en el papel de policía y de padre de familia, en la crianza, junto a su compañera; de las dos hijas que le regaló la vida. “La mayor está ingresando a la universidad, así que anda con poco tiempo; y la menor se pasa el tiempo entre la escuela y el baile; entre otras actividades”, describe. “Cada vez que pasamos por Don Bosco, les cuento lo afortunado que fui al tener la posibilidad de crecer ahí y poder hacer lo que tanto me gustaba como era jugar al básquet”, remarcó.
A pesar del paso del tiempo, el vínculo con el básquet sigue intacto y, de hecho, “Pancho” cree que, tras el retiro de la fuerza, volverá a participar activamente del deporte. “Me veo colaborando pero no desde la dirección técnica: me gustaría más ayudar a los chicos: yo vine del interior, estaba en una pieza, solo por ahí y medio asustado”, recordó y añadió: “por eso me gustaría colaborar en un club desde ese lugar, porque la parte humana es fundamental para el desarrollo del deportista”.