Inundación ¿Y después?

   Aparentemente lo peor ya pasó, en cuanto a lluvias intensas y prolongadas. Lo que no culminó y estamos lejos de eso, son las consecuencias que sufrimos y sufriremos. Pérdidas materiales para centenares de familias, pérdida de días de trabajo, saber que no se podrá recuperar todo lo perdido, angustias y peleas, millones de pesos que gastará el Estado tratando de paliar las consecuencias. Y no olvidemos que el Estado somos nosotros, los mismos que sufrimos las consecuencias del exceso de agua pagaremos con nuestros impuestos la “ayuda” brindada.

   Esta situación que hoy tanto nos preocupa pasará, la normalidad aparente se recuperará y otros problemas atraerán nuestra atención. Pero una vez más debemos hacer la necesaria pregunta, y fundamentalmente en un año de elecciones.

   ¿Por qué pasan las cosas que pasan? ¿Son catástrofes evitables?

   Todos los sectores involucrados culparán al otro. Pero es más que evidente que todos tenemos responsabilidad en estas cuestiones, que pasan, en temas como la principal preocupación de hoy, pasan, reitero, por la prevención. Porque se pueden prevenir.

   ¿Quién es el responsable de los canales tapados por envases de todo tipo, bolsas plásticas, botellas y  restos de material orgánico e inorgánico? Nosotros somos los que irresponsablemente tiramos la basura en cualquier lugar. Que el servicio de recolección sea insuficiente o directamente pésimo en algunos sectores no es excusa para hacer lo que hacemos como población.

   ¿Quién es el responsable de mantener los canales y grandes desagües pluviales en óptima condiciones de drenaje? ¿Quién es el responsable de instalar en tiempo y forma las imprescindibles bombas de desagote y garantizar el más que necesario cuidado y mantenimiento para que siempre estén en condiciones de funcionar? Quién es el responsable de concretar las obras de infraestructura preventivas? ¿Quién es el responsable de planificar correctamente para evitar consecuencias indeseables?

   Los distintos Organismos públicos provinciales, municipales y/o nacionales, pero eso no nos exime de hacer lo que debemos hacer y dejar de desaprensivamente, ser causa también de los problemas que luego traen tan graves  consecuencias.

   Con distintos grados de responsabilidad, todos somos responsables. Por hacer, por no hacer, por no reclamar con la fuerza necesaria, por tolerar muchas cosas que luego nos indignan y preocupan.

   Y las autoridades en general, nuestros representantes, elegidos por nosotros, responsables de cuidar la vida y los bienes de la sociedad son los mayores responsables, siendo casi innecesario mencionar que se comprometieron a realizar esa tarea.

   Es de desear que de una vez por todas aprendamos la lección. Y el primer signo de que comenzamos transitar el camino correcto es el dejar de hacer lo que no debemos hacer, exigiendo al mismo tiempo que las autoridades hagan lo que tienen que hacer.

   A veces aducen cuestiones económicas, pero aquí también deberíamos preguntar, si mucho del dinero que dicen que no está, desapareció tal vez, por actos de corrupción. En todas las cuestiones públicas, debemos involucrarnos todos. Nadie puede decir “yo no tengo nada que ver”, y sería muy bueno además, que comencemos a tener memoria.

   Alguna vez, en el tratamiento de estos problemas y otros de no menos importancia para nuestra calidad de vida, debemos decir NUNCA MÁS.

   De nosotros depende.

Por Raúl López Alfaro