Graciela Amarilla: «Tengo la esperanza de por lo menos encontrar los huesos de él antes que me muera»
Pasaron 45 años para que Graciela Amarilla pueda hablar sobre aquel 7 de septiembre de 1976, último día en que tuvo noticias de su hermano Ricardo Amarilla, uno de los jóvenes estudiantes de la escuela secundaria secuestrados durante lo que luego se llamó la Noche de los Lápices, el operativo llevado a cabo por la dictadura militar en la ciudad capital de Buenos Aires, La Plata. Fueron 10 los estudiantes secuestrados y sólo cuatro lograron sobrevivir. Por aquel entonces, Ricardo tenía apenas 19 años, muy joven para conquistar derechos, pero suficientemente adulto para desaparecer.
El “Negro” -como le decían-, nació un 3 de julio de 1957 en Resistencia (Chaco). Era el tercero de cuatro hermanos y sobrino de Guillermo y Rubén Amarilla (militantes de la Juventud Universitaria Peronista –JUP- y Montoneros). Estudió en el colegio Lino Torres (el ex Bachillerato N°9) y fundó la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Luego debió mudarse a Rosario.
Fue por pintar “Murieron para que la Patria viva” (en calle Corrientes y La Paz de Rosario), que los acribillaron cuando -junto con otros tres compañeros (Julio César Rossi, Patricia Suspisiche y Horacio Dalmónego)-, se propusieron -entre tantas otras cosas- repudiar la dictadura militar. Julio César murió en el lugar, Patricia y Horacio lograron escapar y aún viven; Ricardo Amarilla sigue desaparecido.
«El 7 de setiembre de 1976 cuatro militantes de la Juventud Peronista realizaban una pintada en esa esquina, en plena dictadura, son acribillados desde un vehículo muriendo en el lugar Julio César Rossi, el Lalo, militante montonero responsable de la UES y Ricardo Amarilla es herido y llevado detenido. Permanece aún desaparecido», cuentan desde el Colectivo de expresos políticos. Quien, con mucho penar y luego de callar por 45 años, brindó su testimonio en el Conversatorio “Juventudes y Participación Política de Ayer y Hoy”, realizado el pasado sábado en la Plaza España, en conmemoración al Día de la Juventud (16 de septiembre) es su hermana, Graciela “Chela” Amarilla.
La charla se dio en el marco de una serie de actividades propuestas por la Subsecretaria de Juventudes y Diversidad, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social del Chaco. Una de ellas fue el Festival por la Memoria “Los lápices siguen escribiendo”, en la cual también participó la Subsecretaría de Derechos Humanos, la Casa por la Memoria y el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología.
Graciela relató, conmovida como si fuese ayer, quién fue su hermano y cómo luchó por -entre muchas otras cosas-, lo que hoy cada estudiante tiene: el boleto estudiantil. “Empezaron a militar por todas las cosas de los colegios, no es solamente los boletos, sino por todas las injusticias que se cometían en los colegios”. A 46 años de aquel día, Ana sigue con la esperanza de, por lo menos, “encontrar los huesos, antes de que me muera para tener algo de él”.
Es que según contó, los restos de su hermano podrían estar en el cementerio La Piedad de la ciudad de Rosario “en un lote”. A dicha conclusión llegó tras una investigación que inició junto a un grupo de compañeras y compañeros de Ricardo y la fiscal federal Mabel Colalongo (fallecida) de esa ciudad.
“Todo un grupo de compañeros nos juntamos en la casa de una fiscal que fue la única que sacó los expedientes en Rosario y empezó a investigar sobre los desaparecidos en esa ciudad, ella nos juntó en la casa, nos abrió sus puertas y ahí me junto con todos los compañeros del él que estuvieron en la clandestinidad”.
Colalongo falleció y con ella la investigación. “No pudimos saber dónde se encontraban -los restos- la última noticia fue que están posiblemente estén en el cementerio La Piedad, en un lote los, restos de él, pero como ella muere se dejó de investigar”.
“Tengo la esperanza de, por lo menos, encontrar los huesos antes que me muera, para tener algo de él”
El testimonio completo de Graciela «Chela» Amarilla
«Él empezó con Bebe Ponti en el secundario. Empezaron a militar por todas las cosas de los colegios, no es solamente los boletos, sino por todas las injusticias que se cometían en los colegios. en un momento en un acto lo llevan al Bebe Ponti detenido y a él lo pasan a buscar en la casa, en ese momento él era menor de edad, y lo acompaña mi madre a la comisaría. Cuando mi madre vuelve nos cuenta que le pegaron muchísimo adelante de ella a mi hermano para que confiese cosas que él ni sabía.
Cuando él vuelve a casa con mi mamá, decidimos que se vaya a raíz de la persecución. Entonces él, con Bebe Ponti, Rossi, todos se van. Solo él y Rossi llegan a Rosario, el primero vive en un hotel con ellos y le manda una carta a mi madre que estaba bien, que no se olviden de él, que siempre festejen el cumpleaños y que cuiden muchísimo a mi hermana más chica.
Ricardo se va primero a la casa de un tío materno a vivir, de ahí se van a una casa con compañeros de la UEF de Rosario y conviven en la clandestinidad.
El 7 de septiembre, el día de los montoneros, él y Rossi se van a hacer una pintada al centro de Rosario, llega la policía y en un operativo -que fue finalmente confirmado tras acceder, la fiscal a uno los partes de inteligencia del famoso Archivo Intermedio, determinó que «más allá que el informe no contiene el nombre de las víctimas, nos permitió confirmar que existió en esa esquina y en esa fecha un operativo, y que allí hubo dos víctimas NN masculinas», según publicó Rosario12, de Página12, hace 12 años atrás.
En tanto, el Colectivo de ex presos políticos fue más contundente y afirmó, tras su propia recopilación histórica, que ese 7 de septiembre «son acribillados desde un vehículo muriendo en el lugar Julio César Rossi, el Lalo, militante montonero responsable de la UES y Ricardo Amarilla es herido y llevado detenido. Permanece aún desaparecido».
Nunca lo volvimos a ver, de ahí no tuvimos más noticias de él, si estuvo en un centro clandestino, si lo mataron qué pasó, nunca más hasta que comienzo a preguntar en Facebook si algún lo había visto alguna vez, algún compañero, porque era como que mi hermano desapareció en el espacio.
Entonces yo me reuní con compañeros de él y una novia que fue la última que tuvo que nos juntamos en la casa de una fiscal que fue la única que sacó los expedientes en rosario y empezó a investigar sobre los desaparecidos en Rosario, ella nos junta en la casa. la novia nos contó que una chica le prestó la bicicleta para ir a pintar ese día.
Mi hermano era un ser muy espacial, bueno, callado, estudioso, excelente persona. La última noticia que tuve es que creo que están en el cementerio la piedad, en un lote, los restos de él, pero como ella muere -la fiscal- se deja todo de investigar.
Yo simplemente es acordarme de él, no olvidar nunca para que esté en la memoria, que sepan la historia de él y tengo la esperanza de por lo menos encontrar los huesos de él antes que me muera, para tener algo de él.
Nunca hablaba ni contaba la historia hasta que hace un año mis primos (uno de ellos Mauricio Amarilla) me dijeron que cuente y que hable. Siempre participé en todo, porque aparte tengo mi propia historia también, pero hoy lo recuerdo a él.
Me anime a contar para que sepan cómo fue la historia de los estudiantes y de los jóvenes, eran chicos estudiosos, buenas personas y él no solamente quería el Boleto Secundarios, sino todas las injusticias sociales de los colegios secundario, así que este es mi recuerdo para él y mientras viva lo voy a recordar siempre, gracias».