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Estados Unidos registró el mayor número de casos diarios de COVID-19 desde el comienzo de la pandemia

Estados Unidos alcanzó el viernes su mayor número diario de casos de coronavirus desde que comenzó la pandemia, registrando al menos 81.400 nuevas infecciones y superando el récord anterior establecido durante el aumento de casos del verano boreal.
El aumento de las cifras coloca a la nación al borde de lo que podría ser el peor tramo hasta la fecha de la pandemia. Algunos hospitales en el oeste y el medio oeste del país ya han visto como su capacidad hospitalaria se ve abrumada y el número de muertes volvió a aumentar.
La ola actual está considerablemente más extendida que las olas del verano pasado y la primavera, de acuerdo con un artículo de The Washington Post. La expansión geográfica sin precedentes del aumento actual hace que el brote sea más peligroso, y los expertos advierten que podría provocar una grave escasez de personal y suministros médicos. En efecto, los hospitales ya informan sobre situaciones de esta naturaleza.
Y no se trata simplemente de que haya más casos registrados como resultado de un aumento en las pruebas. Las hospitalizaciones por covid-19 aumentaron en 38 estados durante la última semana. El número de muertes a nivel nacional ha superado las 1.000 en los últimos días.
La última vez que el país alcanzó un récord diario de casos de coronavirus -76.533 el 17 de julio-, más de 40,000 de ellos se circunscribieron a cuatro estados: Arizona, California, Florida y Texas.
Ahora, más de 170 condados en 36 estados distintos fueron designados como puntos críticos de rápido crecimiento de los focos, según un informe federal interno elaborado el jueves para funcionarios del Departamento de Salud y Servicios Humanos y obtenido por The Washington Post.
“Una forma en la que superamos las oleadas anteriores fue trasladando a los trabajadores de la salud. Eso simplemente no es posible cuando el virus está aumentando en todas partes”, dijo Eleanor J. Murray, epidemióloga de la Universidad de Boston. Igualmente alarmante, dijo Murray, es que nadie sabe qué tan alto crecerá esta ola antes de alcanzar su punto máximo.
“Estamos comenzando esta ola mucho más alto que cualquiera de las olas anteriores”, dijo. “Y simplemente seguirá subiendo hasta que la gente y los funcionarios decidan hacer algo al respecto”.
Más de 8,3 millones de estadounidenses hasta ahora han sido infectados con el coronavirus y al menos 222.000 han muerto, según una base de datos elaborada por el diario estadounidense.
El alto número de casos de los últimos días ha avivado las preocupaciones porque el país ni siquiera ha llegado al peor momento climático del invierno, que los expertos han advertido que hará que los casos se disparen aún más.
Además, las celebraciones de Halloween, Navidad y Año Nuevo podrían significar más interacciones y por tanto más transmisión.
En los últimos meses, los trabajadores de la salud han podido reducir las tasas de mortalidad, es decir, la proporción de pacientes que mueren una vez infectados. Gran parte de ese progreso se debió a la experiencia adquirida con esfuerzo por el personal de Cuidados Intensivos: nuevos enfoques y conocimientos sobre cómo combatir el virus, cómo y cuándo usar respiradores, la adopción de tratamientos como esteroides, entre otros ejemplos.
Pero la batalla duramente ganada para reducir las tasas de mortalidad podría estar en peligro a medida que los hospitales y el personal se vean abrumados. Y a medida que la pandemia se ha infiltrado en zonas rurales del Medio Oeste, el personal mínimo en los hospitales más pequeños se está reduciendo aún más dado el aumento de los contagios entre médicos y enfermeras.
Un informe de esta semana del Centro de Osterholm mostró que hay escasez de 29 de los 40 medicamentos básicos pero críticos que se usan a menudo para pacientes con covid-19. Eso incluye antibióticos, sedantes como el propofol que se usan para calmar a los pacientes durante la intubación y medicamentos para el corazón como la norepinefrina.
En el último debate presidencial del jueves por la noche, el presidente Trump afirmó que el virus estaba “desapareciendo” y que “estamos aprendiendo a vivir con él”. Su rival demócrata, el ex vicepresidente Joe Biden, respondió: “Estamos aprendiendo a morir con él”.

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