En el país mueren tres chicos al día por accidentes y advierten por los riesgos en el hogar
Los datos surgen de un informe de la Sociedad Argentina de Pediatría, al que accedió Clarín. Los consejos de los especialistas.
Febrero comenzó con una noticia trágica. El lunes un nene de dos años murió cuando se le cayó encima un televisor en Miramar. Estaba en su casa y se había colgado del aparato como una travesura, para trepar a la mesada.
Ocho días antes, en la localidad salteña de Cerrillos, había fallecido otro menor. El nene, de cuatro años, estaba con su familia en una pileta cuando se separó y se ahogó. Lamentablemente, estas experiencias no son aisladas.
Según un informe de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), al que accedió Clarín, las lesiones por causas externas (o LCE) constituyen la primera causa de muerte en niños de 1 a 15 años: un promedio de 1.186 niños cada año, durante el trienio 2013-2015.
En otras palabras, las LCE se llevan la vida de tres chicos por día, superando la tasa de mortalidad de países como Chile y Uruguay. La incidencia de estos casos aumenta durante los meses de verano, cuando se realizan actividades al aire libre y fuera del domicilo.
Los choques de tránsito lideran la estadística de decesos no intencionales, con un 25,1 %. Le siguen la asfixia, con un 14, 4%; el ahogamiento, con un 11,4%; y otros incidentes, como caídas, quemaduras, intoxicaciones con medicamentos y contactos con electricidad.
Muchos de ellos, ocurren en el ámbito del hogar. La cocina y el baño son los lugares más peligrosos, aunque el riesgo suele estar invisibilizado. Por eso la SAP emitió un comunicado en el que advierte sobre los riesgos que se dan todos los días, en el ámbito doméstico.
La doctora Viviana Soligo, miembro del Comité de Prevención de Lesiones de la SAP, cuenta que los padres de niños lesionados repiten siempre dos frases: «No pensé que podía sucederme» y «fue un minuto de descuido». Por eso, ella hace hincapié en la prevención y la información. Con conductas seguras, muchas situaciones serían evitables.
«Hay que pensar que todo lo que podría pasar, pasará. De esta forma, el adulto va a tomar todos los recaudos para evitar las diversas posibilidades de los mal llamados ‘accidentes'», asegura.
«La noción de peligro en el ser humano se establece en el cerebro, muy adentrada la infancia. Por eso, el desarrollo de los niños depende del medio ambiente seguro que los adultos sean capaces de darles», puntualiza Osvaldo Aymo, secretario del Comité.
El pediatra alerta que las distracciones de los mayores, producto de los celulares y las nuevas tecnologías, pueden tener desenlaces fatales.
Según los especialistas, la prevención tiene dos variantes: una activa, centrada en la educación; y otra pasiva, relacionada con la normativa legal.
Andrea Perinetti, médica pediatra epidemióloga, a cargo del análisis de datos en la SAP, resalta la tarea de asesoramiento a colegas todos el país, quienes cumplen un rol fundamental en la atención y seguimiento de los niños y sus familias.
«La Comisión participa activamente en congresos y jornadas, publica consensos, manuales, trabajos de investigación y datos epidemiológicos de nuestro país. A su vez, en base a experiencias nacionales e internacionales, edita folletos para entregar en el consultorio y promueve estrategias de prevención mediante talleres en jardines de infantes y demás instituciones a cargo del cuidado de los niños», detalla.
Su compañero de la Sociedad Argentina de Pediatría y prosecretario del Comité, el doctor Rubén Zabala, se concentra en los cambios normativos para mitigar las amenazas cotidianas que enfrentan los menores. También apunta a la instrumentación de los controles necesarios con el objetivo de que la legislación se cumpla.
«En los países desarrollados, se ha avanzado en la reglamentación de juguetes y muebles dentro de la casa. Y, en las escuelas, se monitorean los lugares de juego y las escaleras, por nombrar algunos ejemplos. En Argentina contamos con organismos competentes, pero todavía tenemos un largo camino a recorrer, a nivel de la ley», detalla el doctor.
Zabala subraya como otro problema del país la falta de estadísticas centralizadas y actualizadas. Esta carencia dificultaría los reclamos de los profesionales y las familias.
Entre el nacimiento de un menor y su adolescencia, las amenazas y las medidas para paliarlas varían. Por esto, hay que acompañarlos en cada etapa y enseñarles cómo preservarse.
El informe de la SAP se centra en los primeros años de vida. Entre los 0 y 6 meses, los chicos son completamente dependientes de los adultos y sus reflejos aún son inmaduros. Hacia el primer año, coordinan mejor los movimientos y gatean, por lo cual son más propensos a llevarse cosas a la boca. Entre los 1 y 2 años, comienzan a caminar y explorar, se trepan y suben a las sillas. Hasta los 5 años, demuestran gran energía y desafían el «no».
Las medidas que se recomiendan involucran el diseño e innovación tecnológica de espacios y utensilios, las barreras arquitectónicas en el hogar y la implementación de tapas inviolables para medicamentos o enchufes.
Fundamentalmente, los médicos aconsejan no dejar solo al niño, no cocinar con el bebé ni dejarlo dormir boca abajo, tener especial precaución con estufas y braseros, asegurar bien estanterías y mesas, no abandonar líquidos calientes en mesas o mesadas, no dejar objetos pequeños a su alcance (mucho menos si son cortantes), colocar un disyuntor eléctrico en el hogar y realizar mantenimientos periódicos.Cinco lugares de la casa y los riesgos:
La cocina. Comidas calientes, agua hirviendo, hornos, hornallas, elementos de vidrio o cortantes, productos de limpieza y artefactos eléctricos son algunos de los elementos más peligrosos para los chicos. Por eso hay que guardar alimentos y especias en recipientes herméticos, mantener cajones cerrados y a los niños afuera, cuando cocinamos.
El baño. Los nenes pueden ahogarse en pocos segundos, en escasos centímetros de agua y sin hacer mucho ruido. Por eso, es importante vaciar la bañera cuando no se use, junto a otras medidas de seguridad, como mantener seco el piso y usar alfombras antiadherentes para evitar caídas.
El living comedor. Los resbalones son comunes en superficies enceradas o plastificadas. Los alargadores o enchufes sin tapa llaman la atención de los menores. Además, pueden ingerir adornos pequeños o quemarse con lámparas de mesa. Los controles remotos no deben ser accesibles para ellos, ya que pueden sacar las pilas e ingerirlas. Mucha atención a ventiladores o estufas expuestas.
El dormitorio. Nunca hay que dejar solos en la cama o el cambiador a bebés y niños. Asegurar remedios y tijeras bajo llave. Si se usan camas cuchetas, hay que explicar los riesgos. No se deben dejar a mano adornos (como floreros), ni comprar muebles inestables.
Los balcones. Al igual que las terrazas, las caídas en altura pueden producir traumatismos graves e incluso la muerte. En edificios, es importante mantener redes o protección metálica de, por lo menos, 1,70 m de altura. A la vez, hay que garantizar el buen estado de las barandas y de la instalación de luz.
Fuente: Clarin.