El Presidente hizo lo que no quería para evitar una derrota en el Congreso con la Ley Ómnibus
Javier Milei había imaginado tener esta ley aprobada a fines de enero, pero fue mucho más allá de lo que sus fuerzas se lo permitían y por eso tuvo que hacer dos cosas que no olvidará: negociar y retirar el paquete fiscal.
La realidad suele ser muy dura para los presidentes argentinos, sobre todo si llegan al poder sin las fuerzas necesarias en el Congreso de la Nación para imponer un plan de gobierno inédito y revolucionario para el país.
La primera vuelta electoral fue la que le marcó a Javier Milei las verdaderas fuerzas con las que contaría a partir del 10 de diciembre La Libertad Avanza.Apenas unos 38 diputados y 7 senadores que irían en aumento de acuerdo con la capacidad negociadora de ese partido.
Pero se entusiasmó con los números que le podían aportar los opositores dialoguistas o aliados para cumplir con su objetivo. Sobre todo el PRO, los radicales y los peronistas que tenían vida por afuera de Unión por la Patria. Así, el quorum en Diputados (129) y en el Senado (37) no aparecía tan lejano para los libertarios.
Pero la Ley Ómnibus y su contenido fiscal fueron demasiado lejos y fracasaron todos los intentos de Milei y sus ministros por obtener apoyo. No lo lograron por las buenas y menos por las malas.
Y ni qué hablar del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) al que la Justicia frenó en su reforma laboral.
El Presidente había imaginado tener esa ley aprobada a fines de enero o, por lo menos, con la media sanción de diputados. Pero fue mucho más allá de lo que sus fuerzas se lo permitían y por eso tuvo que hacer dos cosas que no olvidará: negociar y retirar el paquete fiscal para lograr la aprobación parlamentaria.
El gobierno necesita un triunfo en el Congreso. El que no le pudo dar aún, en el Senado, la vicepresidenta Victoria Villarruel con la boleta única de papel.
Ahora sí, conocedor de sus limitaciones, Milei aceptó el consejo de quienes le presentaron como alternativa retirar lo fiscal para dar una señal positiva sobre los objetivos que se propuso al llegar al gobierno.
El aumento de retenciones para las economías regionales y la movilidad jubilatoria hicieron punta a la hora de recibir el rechazo de los gobernadores y diputados dialoguistas, por más que lo intentaron una y otra vez los ministros del Interior, Guillermo Francos, y de Economía, Luis Caputo.
El dictamen de mayoría que se firmó en el plenario de comisiones de diputados no garantizaba nada porque los artículos rechazados iban a ser modificados en el tratamiento en particular. Se lo hicieron saber todos los interlocutores de la Casa Rosada, en especial diputados como Miguel Pichetto, Rodrigo de Loredo, Nicolás Massot y Emilio Monzó.
Así, el Presidente se vería obligado a vetar lo que se modificara. No le iba a temblar la mano. Por esas horas, Milei estaba envuelto en furia contra los gobernadores que le daban la espalda.
Fue entonces cuando se filtró, luego de una reunión de gabinete, que Milei habría dicho: “Los voy a dejar sin un peso”.
Esto le costó el puesto al ministro de Infraestructura Guillermo Ferraro, que ya venía siendo cuestionado dentro del propio gobierno por las primeras semanas de su gestión. No pocos vieron la mano del jefe de Gabinete, Nicolás Posse, en su salida.
Infraestructura fue degradada a secretaría y todas las áreas quedaron bajo el poder de “Toto” Caputo.
Precisamente fue el ministro de Economía el encargado de dar la cara para anunciar el viernes, minutos después de las 20, el retiro del paquete fiscal para que la ley Ómnibus reciba el jueves la media sanción de diputados y tenga un rápido paso por el Senado.
Quedan igual algunas dudas, como, por ejemplo, qué ocurrirá con las facultades delegadas al presidente, que generan divisiones dentro de los opositores dialoguistas.
Tampoco está claro cómo harán Milei y el propio Caputo para cumplir con el déficit fiscal cero, aunque muchos imaginan un duro ajuste para las provincias. No será gratuito el mal momento y el baño de realidad que le hicieron pasar al Presidente. Alguien que no olvida y que irá por la revancha.
Nada cambiará la realidad del Congreso. Votos son votos y valen los que uno tiene, no los que cree tener.