El gobierno chino anunció «nueva época» para consolidar su liderazgo mundial en 2035
«Es una época en la que lograremos el triunfo definitivo en la culminación de la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada y en la que daremos un paso más en la construcción de un poderoso país socialista moderno», sostuvo Xi en una influyente diatriba de tres horas y media que será la guía para los chinos en el próximo quinquenio.
Xi, también secretario general del partido, dio inicio en el Gran Palacio del Pueblo en el centro de Beijing a los siete días de encuentro del que participarán más de 2.200 delegados para sellar las directrices del gigante asiático, la segunda economía mundial, y en el que se espera que se ratifique su liderazgo.
«Sólo el socialismo puede salvar a China y sólo la reforma puede desarrollar a China, el socialismo y el marxismo», dijo.
En su discurso, presenciado por alrededor de 3.000 periodistas, además de la plana mayor del partido y los ex presidentes Jiang Zemin y Hu Jintao, Xi marcó conceptos que delinean el futuro como «la gran revitalización de la nación china», «el pueblo como fuerza fundamental que determina el futuro del partido y del Estado» y el pueblo «como dueño del país».
El líder comunista puntualizó que «la modernización socialista» fue el eje central hasta ahora y que su «materialización» será «del 2020 al 2035».
«Para entonces nuestro país habrá conseguido incrementar en gran medida su poderío económico, científico y tecnológico», arengó y sostuvo que dedicará «15 años más a transformarlo en un poderoso país socialista moderno, próspero, democrático, civilizado, armonioso y hermoso» situado «a la cabeza» en «fortaleza nacional integral e influencia internacional».
Ataviado de rojo y con una escultura de la hoz y el martillo de fondo, Xi también admitió que «aún no se solucionaron problemas de desequilibrio e insuficiencia del desarrollo» como la pobreza, la diferencia entre campo y ciudad y entre las regiones chinas un Este muy desarrollado frente a un Oeste más carente- y «el entorno ecológico».
En esa línea marcó que «las contradicciones y los problemas sociales se entrelazan y solapan» y pidió un esfuerzo para resolver «el desequilibro e insuficiencia» y que «el socialismo con características chinas tenga una vitalidad aún más pujante».
El presidente también instó a «mejorar la calidad y la eficacia de la defensa nacional y del Ejército» para que el 2035 sea un ejército «de primer orden mundial».
«Camaradas, el marxismo de la China del siglo XXI exhibirá sin dudas una fuerza más poderosa y convincente de la verdad», dijo y concluyó su histórico discurso con un llamamiento a impulsar «la modernización, culminar la reunificación de la patria y salvaguardar la paz mundial y promover el desarrollo conjunto».
Cada cinco años, China celebra este evento político que esta vez se realiza a menos de un mes de la visita del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y que remarca las nuevas claves para entender el futuro del país más poblado del mundo y su rol cada vez más encumbrado en el ajedrez global.
La lluvia en las primeras horas de la mañana en la capital china no empañó el pulso social festivo y orgulloso que albergan muchos chinos. Mientras un estricto dispositivo de seguridad bordeaba la histórica plaza Tianmenn, miles de personas rodeaban el centro político para ver el cambio de guardia y el izamiento de su bandera.
El congreso del PC chino deberá determinar, además de la continuidad o no de Xi al frente, la renovación de cinco de los siete escaños del Comité Permanente del partido, la mesa chica del poder chino de los próximos cinco años.
A pesar de la escasa información que circula, se barajan entre los nombres de aquellos que se sentarán en la mesa chica del partido y del Ejecutivo en el próximo lustro a Li Zhanshu, Wang Yang y Hu Chunhua, como lo más populares.
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