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El Estado y sus nuevas formas de control sobre las corporaciones: China regula el uso de videojuegos

La decisión sobre el límite al tiempo que los menores pasan frente a las pantallas es, desde una perspectiva occidental, patrimonio de las familias. Sin embargo, el diagnóstico que subyace no es exclusivo de China.
Desde el primero de septiembre, según determinó la Administración Nacional de Prensa y Publicaciones de China, los menores pueden jugar en red solo una hora los viernes, fines de semana y feriados. La decisión se tomó en respuesta a una epidemia de miopía y por la adicción que generan algunos juegos en red, que requieren que el participante se inscriba con su nombre real. Las medidas amplían otras tomadas en 2019, cuando se prohibió la actividad entre las 10 de la noche y las 8 de la mañana y a solo una hora y media en la semana.

Algunas empresas declararon que apoyarán las medidas y que harán todos los esfuerzos posibles para que se cumplan. El gobierno también pidió a los padres que no presten las cuentas de adultos a sus hijos.

RazonesA primera vista resulta difícil comprender una medida que se mete con lo que, al menos desde una perspectiva occidental, es patrimonio de las decisiones familiares sobre la crianza. Sin embargo, más allá de que dicha regulación parece inaplicable en este lado del planeta, algunos de los diagnósticos que la motivaron no son exclusivos de China.

En primer lugar están las consecuencias del sedentarismo en la salud de la población. El cambio de hábitos de las últimas décadas y, en especial durante la pandemia afectó la vista de millones de niños. Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud advierte que hay una fuerte correlación entre videojuegos y obesidad. La misma organización también incluyó en 2018 a los «trastornos por videojuegos» como un tipo particular de adicción.

En la misma línea, el neurocientífico Michel Desmurget señala en su libro «La fábrica de cretinos digitales», que el abuso de horas de videojuegos explica también por qué la actual generación de niños es la primera con un coeficiente intelectual más bajo que el de sus padres. Según el especialista, el daño no se produce tanto por la pantalla en sí sino por la cantidad de actividades cognitivamente más enriquecedores que dejan de hacerse en un momento clave de la vida. Si bien los diagnósticos son comunes, en Occidente surgen algunas recomendaciones para padres, mientras que en China, en cambio, se toman medidas directamente desde el Estado.

CorporacionesLas decisiones también se pueden entender como parte de un creciente control del Estado chino sobre las grandes corporaciones, como fue el caso de las financieras. Uno de los primeros grandes en caer en desgracia fue Jack Ma, el hombre más rico de China y fundador de Alí Babá. Luego de unas críticas abiertas al sistema bancario, su empresa sufrió una serie de controles y multas que la disciplinaron, en particular a la subsidiaria Ant Group, que estaba armando prácticamente un sistema financiero paralelo. En la misma línea, China prohibió primero la circulación de bitcoins, luego el minado y tomó medidas para aumentar los controles sobre esa criptomoneda. También se sumaron controles a otras actividades financieras que endeudan a los ciudadanos, suman inestabilidad a la economía real y concentran los recursos.

Por otro lado, existe una creciente preocupación por la cantidad de datos que acumulan las empresas, los cuales otorgan un gran poder sobre la población y los competidores. En China, por ejemplo, se prohibió que Didi, la plataforma de transporte que compitió con Uber hasta sacarla de su mercado, saliera a cotizar en la Bolsa, tal como ya se había hecho con Ali Group.

Sin embargo Didi decidió seguir adelante y el 29 de junio obtuvo 4.400 millones de dólares por sus acciones. Cuatro días después la Administración China del Ciberespacio ordenó que se quitara a la aplicación de los app stores por haber violado severamente las regulaciones sobre datos personales. Con su cotización afectada, Didi anunció que haría todos los cambios necesarios para cumplir con las regulaciones.

Otro caso interesante es de la enorme industria de educación privada que se dedica, sobre todo, a ayudar a los estudiantes a rendir los exigentes exámenes requeridos para acceder a la universidad. Esta industria, cuyo volumen se calcula en un billón de dólares, puede arruinar familias enteras, presionando aún más sobre estudiantes ya estresados.

Movilidad socialEl régimen chino busca alinear todas las fuerzas sociales detrás de su proyecto centrado en la lucha contra la corrupción, la redistribución del ingreso y reducir la pobreza. Las empresas, al menos de momento, acatan las decisiones. También hay otras medidas que buscan alinear incluso los valores de la sociedad: por ejemplo, se pidió a los medios que reduzcan la «feminización» de ciertos estándares de belleza masculina. El «individualismo» de algunas estrellas que criticaron al régimen también fue condenado y algunas de ellas removidas directamente de las redes.

Las medidas, muchas inimaginables en Occidente, son valoradas o simplemente aceptadas por una sociedad que no parece tener alternativa pero que también ve mejorar sus condiciones de vida de una manera que el capitalismo hace décadas no provee. La movilidad social es una de las mayores legitimadores para cualquier sistema político, aunque la experiencia indica que ningún crecimiento económico puede acompañar por siempre a unas expectativas materiales crecientes.

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