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Dolores Etchevehere, la periodista y ecologista que puso en jaque al poder político y económico de Entre Ríos

El enfrentamiento de Dolores no es sólo con Luis Miguel Etchevehere, el mayor de los hermanos. Dentro de las múltiples denuncias por estafa y evasión tributaria también están incluidos Juan Diego Etchevehere –presidente de la Fundación Pensar en Entre Ríos y con un procesamiento firme por el no pago de la cuota alimentaria– y Arturo Sebastián, que aun siendo directivo de Adepa impulsó un bozal legal contra Dolores para que no pudiera hablar en los medios de comunicación sobre las denuncias que estaba impulsando.

Dolores Etchevehere adquirió notoriedad en los últimos años por el enfrentamiento con su hermano, el expresidente de la Sociedad Rural y actual ministro de Agroindustria Luis Miguel Etchevehere, pero es poco lo que se sabe sobre su vida. Quienes la conocen coinciden en remarcar que es una mujer comprometida con lo social que llegó a participar en misiones humanitarias en África.

Le interesan la filosofía y la literatura, en particular los autores rusos, y trabajó durante casi 10 años en el diario La Nación, donde muchos de sus ex compañeros y su ex jefe le han expresado su solidaridad (y palabras de afecto) por los ataques recibidos de parte del ministro a partir de las distintas causas penales por estafa y evasión impulsadas por ella. A pesar de que hace años que no puede ingresar a los campos que heredó de su padre, cada vez que viaja a Paraná hay algún trabajador o paisano que se le acerca para contarle lo que el ex presidente de la Rural pretende ocultar.

Dolores Etchevehere afirma que “siempre estuvo del otro lado de la vereda”, y eso es mucho decir dentro una familia que tuvo un gobernador y senador nacional (Luis Lorenzo Etchevehere, tatarabuelo de Dolores), un integrante del Supremo Tribunal de Justicia de Entre Ríos y candidato a vicepresidente en una fórmula con Pedro Eugenio Aramburu (Arturo Julio Etchevehere, abuelo del Ministro) y un presidente de Adepa y la Academia Argentina de Periodismo (Luis F. Etchevehere, padre de Dolores).

SU VIDA, SU TRABAJO

Nació en 1970 en Entre Ríos y desde entonces vivió cerca del río Paraná, donde aprendió a nadar contra la corriente y a disfrutar de los deportes acuáticos. Hoy práctica “kite surf”, especialmente en Cuesta del Viento, San Juan. Su infancia transcurrió entre las instalaciones de El Diario de Paraná y los extensos campos que conforman parte de Las Margaritas SA, como por ejemplo La Hoyita (Rosario del Tala), Casa Nueva (Departamento La Paz), el Supremo y Los Cachorros (Distrito Alcaraz). Estudió en la Escuela Normal 1 José María Torres de Paraná, la primera escuela normal creada por Domingo Faustino Sarmiento.

Desde muy chica trabajó en la redacción del diario La Nación, en los inicios de la década el ´90. Entre las varias áreas por las que pasó dejó su marca en la sección agropecuaria, a cargo de Carlos Alberto Correch, quien en las últimas semanas recordó a través de su cuenta en Facebook el paso de Dolores por la redacción del diario, donde también trabajó junto a Santiago O’Donnell. Al día de hoy, Dolores sigue reconociendo su relación de afecto con Correch, tanto por el vínculo personal establecido a través de los años como por una estima profesional.

Cuando trabajaba en el diario la enviaron a Formosa a pedido de un gran productor lácteo y ganadero, quien puso a disposición de La Nación un avión privado para trasladar a un cronista a su campo con el objetivo de “denunciar” un caso de cuatrerismo. Cuando llegó al establecimiento, que tenía su propia costa sobre el río Pilcomayo (frontera con Paraguay) y su pista de aterrizaje entre sus miles de hectáreas, Dolores observó otra situación, muy lejos del cuatrerismo que pretendía denunciar el empresario. “Los barcos jaula salían directamente hacia Paraguay. Era venta de ganado en negro”, recuerda.

Pero eso no había sido lo único que había observado. Los trabajadores de ese campo eran los explotados de entonces. “Ahí me encontré con personas en situación de explotación extrema, un empresario que usaba a los peones como un recurso más de su negocio; los que tienen hambre siempre están cerca y no me olvido de su mirada de resignación”, rememora.

LAS REVELACIONES

¿Pero por qué ese recuerdo y no cualquier otra cobertura periodística? Para cuando Dolores viajó a Formosa, los hermanos Sergio y Antonio Cornejo ya llevaban varios años de explotación en uno de los campos del Grupo Económico Etchevehere, dentro de la estancia ubicada en Rosario del Tala (La Hoyita). Dolores cuenta un recuerdo muy presente de ellos dos.

“Tenían temor, o un excesivo respeto. O vergüenza. Cuando mi familia estaba dentro de la casa, los Cornejo se acercaban, generalmente cerca de las ocho de la mañana, y el ama de llaves venía a avisar que estaban afuera. Allí los dejaban esperando por horas. Era como una condena. Para los Etchevehere era normal tener a un ser humano parado durante horas, pero no venían a negociar el precio de la soja o el lino, sino que sólo pretendían llevarse un poco de agua de la bomba o pedir algunas galletas duras”. “La Dolores”, como la recuerdan Sergio y Antonio, fue testigo de ese maltrato que la marcó para siempre.

Desde hace casi ocho años que Dolores no puede ingresar a los campos de los que también es dueña junto a sus tres hermanos (Luis Miguel, Arturo Sebastián y Juan Diego) y su madre, Leonor Barbero Marcial de Etchevehere. Sin embargo, cada vez que viaja a Paraná no deja de estar en contacto con algún capataz de esas estancias.

“Nunca me voy a olvidar la solicitud de un paisano que con mucho respeto se me acercó una vez y me pidió si le podía pagar los animales que habían sido carneados para un asado ofrecido por Sociedad Rural. Como este ejemplo, muchísimas personas de trabajo me hacen sus reclamos por haber sido estafados en su buena fe”, recuerda.

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