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Día Mundial contra el Cáncer

La Organización Mundial de la Salud (OMS), el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) y la Unión Internacional contra el Cáncer (UICC) celebran cada 4 de febrero el Día Mundial contra el Cáncer, con el objetivo de difundir información para prevenir esta enfermedad y, en especial, concienciar sobre los hábitos saludables que ayudan a reducir el riesgo de desarrollarla.

Se denomina “cáncer” a un amplio grupo de enfermedades que pueden afectar cualquier zona del cuerpo donde las células de un tejido comienzan a proliferar sin freno alguno y sin un patrón de crecimiento que las guíe. Puede originarse de cualquier célula normal y se clasificará de acuerdo al lugar de inicio.

Si bien cada clase -en función de los órganos que afecte- tiene características particulares, a la hora de reducir el riesgo de desarrollar un cáncer es posible encontrar acciones comunes a prácticamente todos ellos: no fumar, reducir el consumo de alcohol, alimentarse de manera saludable y hacer ejercicio físico en forma frecuente son hábitos que disminuyen el riesgo de al menos un tercio de los cánceres más frecuentes.
“El cuerpo está formado por trillones de células que normalmente se desarrollan, crecen, dividen y mueren reemplazándose por otras. Sin embargo, en el cáncer este proceso ordenado no ocurre y las células dañadas o con información equívoca en su ADN no mueren y son capaces de reproducirse sin control alguno”, explica el doctor Luciano Cassab, miembro de la Sociedad Argentina de Mastología, y agrega: “A este gran conjunto de células dañadas se los denomina tumores y pueden invadir órganos vecinos e incluso trasladarse lejos del lugar de origen constituyendo metástasis”.
En la Argentina se detectan actualmente más de 100.000 nuevos casos de cáncer por año, no habiendo una diferencia importante en relación a los sexos. Si hablamos de incidencia según tipo, el primer lugar en el hombre lo ocupa el de pulmón y en la mujer el de mama. En cuanto a mortalidad según sexo, el cáncer de pulmón ocupa el primer puesto en el hombre, aumentando exponencialmente en las mujeres debido a un incremento en el hábito de fumar, pero el cáncer de mama continúa siendo el de mayor mortalidad en la mujer.
“En los últimos años, la mortalidad por cáncer de mama viene disminuyendo gracias a las campañas de concientización y prevención que han llevado a un mayor número de casos detectados tempranamente”, señala el doctor Cassab y agrega, “.

Si bien hay factores y hábitos modificables que influyen en la prevención, hay dos factores NO modificables que incrementan la posibilidad de desarrollarlo: ser mujer y cumplir años. No olvidemos que 1 de cada 8 mujeres va a tener cáncer de mama si vive hasta los 80 años y esta cifra corresponde a un 12% del total de tumores malignos.

En cuanto a los factores que aumentan el riesgo de desarrollar este tipo de cáncer se encuentran: la nuliparidad o tener el primer hijo después de los 30 años, el no dar de mamar, el tener mamas densas, el uso de terapia de reemplazo hormonal, la edad precoz de la menarca o tardía de la menopausia”.

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El número de casos de los distintos tipos de cánceres podrían disminuir si se tiene en cuenta algunos factores o hábitos modificable. Ya sabemos que el cigarrillo, el consumo excesivo de alcohol, una mala alimentación, la exposición solar sin protección y el sedentarismo son responsables directos e indirectos del desarrollo de esta enfermedad. Ahora bien, también existen otros factores externos menos conocidos que son capaces de originar un cáncer en un porcentaje de los individuos expuestos a ellos, como por ejemplo, la exposición a radiaciones ionizantes o ciertos productos químicos.
Del mismo modo, el uso indiscriminado por periodos prolongados y con altas dosis de terapia hormonal de reemplazo marcó una época crucial en donde se evidenció un aumento en la incidencia del cáncer de mama, al igual que el uso de anticonceptivos hormonales que marcaron un aumento del riesgo en un 20% cuando se toman por periodos superiores a los 10 años en altas dosis. Actualmente se realiza un uso racional en ambos tratamientos y no se ha visto reflejado un aumento en la incidencia.
“Luego se encuentran los factores hereditarios o genéticos. Si hablamos de cáncer de mama, se le llama hereditario a los casos donde se detecta en varios componentes de la familia, ya sea de 1º grado (madre, hermana o hija), como de 2º grado (abuela, tía, primas)”, explica Cassab y comenta que “existen sospecha de síndrome de cáncer heredofamiliar, cuando en la familia aparecen tumores a edades tempranas, más de uno, bilaterales, o patologías no frecuentes de acuerdo al sexo (cáncer de mama en el varón). En estos casos puede realizarse una investigaciones genéticas, dado que la patología se encuentra encuadrada dentro de dicho síndrome”.
La alimentación también juega un rol muy importante y hoy sabemos qué productos colaboran con la prevención y cuales por el contrario favorecen al desarrollo de la enfermedad. Existen alimentos llamados “protectores” como la cebada, trigo, cereza, zanahoria, nueces, ciruela, porotos de soja, semillas de lino y sésamo.

Del mismo modo el aumento del consumo de frutas, verduras y aceite de oliva (ácidos grasos monoinsaturados, acido oleico) contribuyen a disminuir el riesgo.
También es importante sustituir cereales refinados por integrales, como por ejemplo el pan y la pasta integral, trigo, arroz integral, avena, cebada y quinoa. Y aumentar el uso de legumbres, garbanzos, chauchas, lentejas, etcétera.
“Si bien las células neoplásicas utilizan más glucosa que las normales, no se ha demostrado que el consumo de azúcares aumente el riesgo de desarrollar un cáncer. Pero si es evidente que un alto consumo calórico generan sobre peso y la obesidad estaría directamente relacionada con el aumento de riesgo”, comenta Cassab y detalla que “en pro de mantener un peso adecuado es recomendable reducir la ingesta de lácteos cremosos, quesos duros y cremas reposteras ya que tienen alto contenido graso saturado”.
Las carnes rojas de vaca, el cerdo y el cordero, tienen alta densidad calórica que incrementan la posibilidad de desarrollar un cáncer de colon, además del de mama. Es nocivo también el consumo de comidas rápidas o chatarras más de una vez por semana y debemos evitar las carnes procesadas como las salchichas, embutidos o chacinados. En pos de una alimentación saludable que nos permite no solamante reducir el riesgo de desarrollar cáncer, sino también varias enfermedades más, es preferible consumir carnes blancas de corral, frutas, verduras y hortalizas de huerta, no expuestas a fertilizantes, plaguicidas e insecticidas.

“En lo que respecta a cáncer de mama, al no existir aún un método de prevención certero, y en pos de la detección temprana, desde la Sociedad Argentina de Mastología recomendamos una mamografía anual a partir de los 40 en mujeres asintomáticas y sin antecedentes familiares de la enfermedad -eventualmente puede complementarse con la ecografía mamaria según las características de la mama-. En el caso de aquellas que sí presentan antecedentes, aconsejamos comenzar con los controles mamarios diez años más temprano que la edad en la cual se detectó la enfermedad al familiar o según la indicación de su mastólogo”, concluye el doctor Cassab.

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