Desde la UNNE aclaran: «El género es una categoría, no una ideología»
A través de un comunicado oficial, el Centro Interdisciplinario de Estudios de Género (CIDEG) de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste, aclaró sobre los dichos respecto a la mal llamada «ideología de género».
EL DOCUMENTO
En nuestra calidad de integrantes del Centro Interdisciplinario de Estudios de Género (CIDEG) de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste; como docentes de las distintas carreras que conforman a la mencionada Unidad Académica y en cumplimiento del rol social del educador científico y político de la Universidad Pública, deseamos exponer a la comunidad algunos conceptos actuales relacionados con lo que se comprende por Género.
Hablar de género e ideología supone conocer y manejar un constructo teórico solvente respecto de lo que los estudios de géneros actuales contemplan.
La desinformación sobre estas temáticas es riesgosa, principalmente cuando se lo realiza en medios de comunicación masiva que tienen como destinatarios a un público general (con posiciones y pensamientos heterogéneos). Si bien cada individuo puede expresar libremente su opinión respecto de cualquier problemática, es deber ciudadano pensar en el impacto que la misma pueda tener sobre el universo al cual va dirigida, a la vez que observar con responsabilidad propia del saber el fundamento de aquello sobre lo cual se expresa.
Nuestra perspectiva es académica, disciplinar, científica y se convalida por una férrea formación que, desde hace más de 20 años, tenemos en los estudios de género; la que se acompaña, dispone y enseña en las carreras de grado, la Diplomatura Género y sexualidades. Movimiento de mujeres y políticas públicas y la Especialización en Educación en Género y Sexualidades que se dictan en la Facultad de Humanidades (UNNE) por convenio con la Universidad Nacional de La Plata. Asimismo, es menester aclarar que las investigaciones y los trabajos que sobre la cuestión de género se han hecho formalmente atraviesan todo el siglo XX.
Para comenzar, resulta pertinente aludir a una especialista como es la doctora Gabriela Castellanos (cofundadora del Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad de la Universidad del Valle – Colombia), quien hace una concreta afirmación, sustentada por amplios estudios teóricos, cuando asevera que no se puede hablar de género como una ideología; básicamente argumentando que nadie elige su sexualidad y que ello no deviene en una conspiración contra la familia cristiana.
De acuerdo con ello, observamos que no existe debate científico ni bibliografía actualizada en toda la prolífica producción académica mundial acerca de la problemática que hable de los estudios feministas y de género como ideología. Además, ello supondría pensar también en el conocimiento del uso del término ideología, en cuanto a los diferentes contenidos específicos y a la polisemia conceptual que este sustantivo reúne en el campo de la Filosofía y de las Ciencias Sociales.
Algunos sostienen que a partir de 1995 se comenzó a gestar una ideología de género. Probablemente los que exponen esta afirmación estén tomando como punto de partida la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en Beijing; sin embargo, eso supondría desconocer el recorrido de los movimientos feministas a lo largo de la historia, incluyendo no sólo las Conferencias anteriores, la CEDAW (1978) sino la propia Constitución de 1994 (art. 75, inc. 23). Convendría conocerlos porque, nos guste o no, es lo que rige tanto como marco socio-crítico como jurídico.
Con igual tenor de convalidación teórica es necesario señalar que no es legítimo referir a nociones como las de manipulación y/o engaño cuando aludimos a cuestiones de género; así como también resaltar la valía de la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral (Ley 26.150). Esta ley, como el abundante caudal teórico sobre estudios de género refiere –como una conceptualización aprehendida y que ya no amerita seguir discutiendo ni confundiendo- a la distinción tópica sexo/género.
Claramente el género es una construcción cultural, no se nace con un género determinado sino con un sexo, que es lo que nos otorga la naturaleza. Género es una categoría, no una ideología; y por tanto, un concepto analítico que permite hacer ciencia social. Claro está, y resulta lógico pensar —tal como Castellanos sostiene— que quienes trabajan la categoría de género tengan una ideología feminista o antipatriarcal y antihomófica. No obstante, cuando se dice “ideología de género” se está tratando de desconocer al aspecto científico y enfatizar que es una posición política y amoral que va en contra de las buenas costumbres.
Por supuesto, desde el enfoque que confunde sexo con género, quedan fuera todxs lxs que no participan del binomio varón/mujer, que por su parte es una construcción antropológica variable en sus atribuciones según las culturas. En ese mismo sentido sería desacertado decir que los estudios de género hablan de sexo neutro y confundir sexo con sexualidad, sin entender la distinción básica de que la sexualidad es una construcción compleja entre lo biológico, lo emocional y lo simbólico, mientras que el sexo podría decirse que es una determinación o bien genética o fenotípica.
A esta altura convendría recordar que la Ley 1420 de Educación Común sancionada el 8 de julio de 1884 en sus artículos 6 y 7 prescriben el mínimum de instrucción obligatoria y el artículo 8 aclara que la enseñanza religiosa podrá ser impartida antes o después de las horas de clase, si es que sus preocupaciones se orientan en este sentido.
Es pilar de la educación pública asentarse en el saber científico y combatir todas las formas de discriminación humanas e incluye entre sus valores el respeto por las creencias que conforman el ámbito privado de las mismas y de sus prácticas públicas, en condiciones de igualdad para todos los credos admitidos por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación. Coherentemente, la profesión laica de la educación —junto con la obligatoriedad y la gratuidad— es la garantía de que toda la ciudadanía acceda a los conocimientos válidos que aseguren el desarrollo personal, social, la salud y la paz armónica de la población.»