De Alfonsín a Fernández: las frases clave de los presidentes que asumieron un 10 de diciembre
Sólo Carlos Menem y Néstor Kirchner lo hicieron en diferentes días: el riojano, el 8 de julio, tanto de 1989 como de 1995, y el santacruceño, el 25 de mayo de 2003, además de aquellos que asumieron en lapsos coyunturales.
Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa, Cristina Fernández de Kirchner -en dos ocasiones-, Mauricio Macri y Alberto Fernández pronunciaron un 10 de diciembre, con distintos desafíos históricos y propuestas políticas, sus discursos de asunción presidencial ante la Asamblea Legislativa en los últimos 40 años de democracia.
Solo Carlos Menem -también en dos oportunidades- y Néstor Kirchner lo hicieron en diferentes días: el riojano, el 8 de julio, tanto de 1989 como de 1995, y el santacruceño, el 25 de mayo de 2003.
La lista de dirigentes políticos que en las últimas cuatro décadas democráticas, por diferentes motivos y lapsos, se desempeñaron como presidentes de la Nación se completa con Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Camaño, Eduardo Duhalde y Federico Pinedo.
Alfonsín asumió la presidencia del país el 10 diciembre de 1983 tras siete años de una dictadura criminal y luego de una campaña electoral que convocó a millones de personas, en la que recitaba el Preámbulo y aseguraba que «con la democracia se come, se cura y se educa».
La fecha para el traspaso del poder no fue casual, sino que había sido propuesta por Alfonsín a la cúpula militar en coincidencia con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada en 1948 por las Naciones Unidas (ONU).
En su discurso de asunción, Raúl Alfonsín advirtió que muchos de los problemas que afrontaría desde el inicio su gobierno no se solucionarían de inmediato. Sin embargo, a partir de ese día se terminaba, dijo, «la inmoralidad pública».
«Vamos a hacer un gobierno decente. Ayer pudo existir un país desesperanzado, lúgubre y descreído: hoy convocamos a los argentinos, no solamente en nombre de la legitimidad de origen del Gobierno democrático, sino también del sentimiento ético que sostiene esa legitimidad. Ese sentimiento ético constituye uno de los más nobles movimientos del alma», afirmó Alfonsín en el Congreso Nacional.
En sus dos gestiones al frente del país, Carlos Menem tomó posesión del cargo de presidente en días que no fueron 10 de diciembre. El dirigente peronista riojano asumió su primera presidencia el 8 de julio de 1989, al adelantarse el traspaso del poder tras la renuncia de Alfonsín en medio de una fuerte crisis económica y social.
Luego de la reforma constitucional de 1994, que le permitió acceder a la posibilidad de aspirar a un segundo mandato en forma consecutiva, Menem obtuvo la reelección y tomó posesión de la primera magistratura el 8 de julio de 1995.
Sería otro dirigente del radicalismo, Fernando de la Rúa, quien después de vencer en las elecciones de octubre de 1999 volvió a asumir la presidencia un 10 de diciembre.
«Iniciamos hoy una nueva etapa histórica hacia un país integrado en un proyecto de progreso, con crecimiento sostenido, generador de más y mejores puestos de trabajo, con un Estado sano y transparente, capaz de poner sus cuentas en orden y con las cargas, los esfuerzos y los beneficios equitativamente repartidos», dijo De la Rúa a la Asamblea Legislativa.
El entonces jefe de Estado, que renunciaría dos años después con el país sumido en una histórica crisis política, económica y social, le aseguraba a los argentinos «que con esfuerzo y dignidad construyen diariamente la grandeza de la Patria» que vivirían «en una tierra de oportunidad, de certeza y de transparencia».
La renuncia del mandatario radical y su salida de la Casa de Gobierno en un helicóptero el 20 de diciembre de 2001, tras dos jornadas de protestas y represión que dejaron en todo el país 39 muertos y decenas de heridos, derivó en una seguidilla de sucesiones, juras y asambleas legislativas con cinco presidentes en once días: De la Rúa, Puerta, Adolfo Rodríguez Saá, Camaño y, finalmente, Duhalde, que gobernaría Argentina durante más de un año hasta la asunción de Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003.
Sería su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, quien luego de vencer en los comicios generales de 2007 asumiría la presidencia otro 10 de diciembre, una tradición, luego institucionalizada por medio de una ley, que hasta el momento no volvió a alterarse.
«Somos miembros de una generación que creyó en ideales y en convicciones y que, ni aún ante el fracaso y la muerte, perdimos las ilusiones y las fuerzas para cambiar al mundo. Tal vez estemos un poco más modestos y humildes. En aquellos años soñábamos con cambiar el mundo, ahora nos conformamos con cambiar este, nuestro país, nuestra casa», expresó Fernández de Kirchner.
Y agregó: «Creo tener la fuerza para poder hacerlo y, además, el ejemplo no solamente de Eva (Duarte de Perón) que no pudo -tal vez ella lo merecía más que yo- sino de unas mujeres que con pañuelo blanco se atrevieron donde nadie se atrevía y lo hicieron. El ejemplo de las Madres y de las Abuelas de la Patria».
Cuatro años después, luego de obtener la reelección al frente del país, Fernández de Kirchner mencionó que Argentina había dado «un salto fenomenal» desde aquella en la que su esposo había asumido el poder en 2003. «Hoy tenemos un país que ha tenido el período de crecimiento más largo de sus 200 años de historia», señaló.
El 10 de diciembre de 2015, luego de triunfar en un balotaje, Mauricio Macri asumió al frente del país.
«La mayoría de los argentinos que votó por nuestra propuesta fue basada en tres ideas centrales: ellas son pobreza cero, derrotar el narcotráfico y unir a los argentinos. Hablar de pobreza cero es hablar de un horizonte, de la meta que da sentido a nuestras acciones. Nuestra prioridad será lograr un país donde cada día haya más igualdad de oportunidades, en el que no haya argentinos que pasen hambre, en el que todos tengamos la libertad de elegir dónde vivir y desarrollar nuestros sueños», se comprometió ante la Asamblea Legislativa.
Alberto Fernández sucedió a Macri en la presidencia del país. En el discurso pronunciado en el Congreso, dijo que su objetivo era ser el «Presidente de la escucha, del diálogo, del acuerdo para construir el país de todos».
«Demasiado tiempo probamos el método del enojo y del rencor. Todas y todos debemos despojarnos del rencor que cargamos. Volvamos a ganarnos la confianza del otro. Volvamos a confiarnos entre nosotros. Nos ha llegado la hora», aseguró aquel 10 de diciembre de 2019.
Al cerrar su discurso, Fernández mencionó que cuando concluyese su mandato -algo que ocurrirá el domingo de la semana entrante- «la democracia argentina estará cumpliendo 40 años de vigencia ininterrumpida. Ese día quisiera poder demostrar que Raúl Alfonsín tenía razón. Espero que podamos demostrar que con la democracia se cura, se educa y se come».