Cuando comenzó a girar la rueda
Un grupo de amigos y cercanos por comunes intereses artísticos, pusieron manos a la obra y realizaron el primer concurso de escultura en el Chaco. De la voz de Fabriciano Gómez, escuchemos cómo fue (el tras bambalinas) de la primera vez:
1989, año del Segundo Concurso Nacional de Escultura en Madera, significa el camino que comienza a recorrerse. Ya en adelante habrá solo horizonte. Y este segundo concurso en madera ratifica, otra vez, un renaciente romance entre las esculturas y resistencia.
Recordamos el primer concurso de esculturas que se realizó hace 30 años en la plaza mayor de Resistencia. Una apuesta ambiciosa pergeñada por un grupo de amigos convencidos de que el evento artístico resultaría en beneficios materiales y espirituales: el fomento del turismo y la cultura y el enriquecimiento espiritual, a través del arte. En este punto valga repetir el lema acuñado desde entonces: “Hacer del arte un bien de todos”.
La primera edición en el invierno de 1988 demostró lo que marcaba una editorial de diario: “Los habitantes de Resistencia se saben herederos de una intensa tradición artística y exhiben un genuino interés por los artistas”. A pesar de ser la primera vez y los naturales desbordes que producirían la organización de un concurso de esculturas ¡con 24 participantes!, se hizo con mucho profesionalismo y mucha seriedad. Fue un éxito, definitivamente. Y superó todas las expectativas. “El público reventaba la plaza para ver a los escultores en acción”.
El solar
La plaza 25 de mayo fue esa nodriza contenedora donde los concursos tuvieron existencia física. El notable y sofisticado crecimiento del concurso demandaría un espacio más idóneo, de mayor magnitud y especificidad, pero todavía y por muchos años la plaza sería el seno tibio en cada invierno chaqueño.
Igualmente, el certamen se abriría a la introducción de otros materiales, pero por ahora, la “afamada madera chaqueña” sería la materia prima de los escultores. Y se los vería, año tras año, como una postal internalizada, a Fabriciano y a los amigos haciendo rodar los robustos troncos hasta el centro de la plaza.
1989
El año 1989 marca el segundo concurso nacional de escultura en madera. Se realizó del 7 al 14 de julio de 1989 y en la plaza se pusieron a trabajar 32 escultores argentinos.
Nuevamente la plaza como ese Paris de Hemingway, “era una fiesta” … Ya más aceitada la organización, con una activa participación de medios de comunicación, de instituciones culturales y empresas. Una multitud acompañó los días en que se gestaban las obras de arte. Y no pasivamente, sino con protagonismo.
Vale un párrafo del periodista Fernando Sánchez Zinny, enviado en 1989 por el diario La Nación a cubrir el evento: “Un impresionante cortejo de preguntones de los más variados niveles de sensibilidad, pero de invariable respeto para la labor que veían realizar, trajo incontables inquietudes, interrogantes e indicaciones a los denodados tallistas. Niños de las escuelas con sus maestras y alumnos de las escuelas secundarias con sus profesores practicaban un improvisado y cordial periodismo mediante la prolija anotación de datos múltiples y superabundantes”.
El jurado que sopesó el valor de las obras en concurso estuvo integrado por el escultor Miguel Budini, el escultor Domingo Arena y el crítico de arte César Magrini. Respecto a los premios, el gran ganador fue el porteño Jorge Gamarra con “Impronta” –bloque de sobrio y elocuente constructivismo-, dos de los tres jurados votaron por su obra; el segundo premio correspondió a Carlos Díaz Navarro con la pieza “Madre esposa 4519”; el tercer premio fue para el sanjuanino Héctor Johnson con su obra “En vuelo final” y hubo una mención para la obra “Venus norteña” del español domiciliado en Buenos Aires, Arturo Álvarez Lomba. El premio del público fue para el puntano Carlos Cornejo por “Llanto americano”.
Creación de la Fundación Urunday
La Fundación Urunday –“urunday” es voz guaraní que significa: “árbol de buena madera”- nace luego del primer concurso escultórico, para poder dar estructura a ese evento artístico y para que los concursos continuasen a través de los tiempos y los gobiernos.
El 20 de noviembre de 1989 se reúnen los ciudadanos: Efraín Boglietti, Fabriciano Gómez, Reinaldo Martínez, Ana María Taiana, Stella Maris González de Eidman (Mimo), Eugenio Milanni, Carlos Cuffia y Humberto Gómez Lollo para constituir una fundación que llevó el nombre de Urunday. En su estatuto, uno de los puntos más sobresalientes fue el de la realización de concursos de escultura al aire libre.
El hacer, el creer
El segundo concurso en madera resultó nuevamente un éxito. Queremos despedirnos con los tres últimos párrafos de la nota de Sánchez Zinni en el diario La Nación, firmada el 24 de julio de 1989, palabras sin desperdicios, por lo que subyace: “Atrás de esta fiesta se hallaban el gobierno de la provincia, la municipalidad, entidades, empresas, el periodismo chaqueño, la hotelería, el comercio, los filatelistas, el magisterio; todos, o poco menos, y, en primer lugar, Efraín Boglietti, ya setentón y guardián incorruptible de las tradiciones del Fogón, y, junto a él, el renombrado escultor Fabriciano Gómez”.
“Y se hicieron las cosas casi con nada, porque tampoco era del caso olvidar que no anda bien la situación ni en esta provincia, ni en esta ciudad, donde a cada paso uno se encuentra con muestras de carencias muy graves, de desocupación y de mendicidad”.
“Reinaldo Martínez, de la Dirección de Turismo, señala que, en moneda contante, el certamen no gravó al presupuesto del Chaco más que en 40.000 australes. “El resto –dice- se hizo todo a pulmón. Y nos queda el arte y la satisfacción y la plenitud que infunde… Pues lo que construyen los artistas –usted lo sabe- no es una isla, sino un oasis y justamente porque estamos pobres es que, como nunca, tenemos necesidad de él”.