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Cayó el consumo de carne, lácteos, frutas y verduras

La recesión económica sigue dejando huella en el consumo de alimentos esenciales. La compra de carne vacuna alcanzó un alarmante piso histórico, situándose en apenas 44,8 kilos per cápita, el nivel más bajo registrado en un siglo.

La caída en el consumo también afecta a otros productos fundamentales como lácteos, frutas y verduras, en un escenario cada vez más desafiante para las familias que buscan acceder a una alimentación adecuada.

La disminución del poder adquisitivo afecta gravemente a los pequeños comercios, que no sólo enfrentan una reducción en las ventas debido al menor consumo, sino que también sufren el aumento de los costos fijos, como los servicios y, para aquellos que no son propietarios, el alquiler del local.

La creciente preferencia por las compras a crédito, a pesar de los recargos que estas implican, se convirtió en un motivo adicional de preocupación para el comercio. Este cambio en el sistema de pagos no solo refleja las dificultades económicas de los consumidores, quienes optan por diferir sus gastos en un contexto de incertidumbre, sino que también genera tensiones para los comerciantes, que deben enfrentar el riesgo de recibir pagos a corto plazo, lo que complica la gestión de su flujo de caja y el manejo de inventarios.

Fernando Savore, vicepresidente de la Confederación General de Almaceneros (CGA), señaló una preocupante tendencia en las ventas de los almacenes. Según explicó, en julio se registró una caída del 17% en las ventas en comparación con el mismo mes del año anterior, lo que evidencia un retroceso significativo en el consumo.

Además, respecto de junio, las ventas también disminuyeron en un 4%, reflejando la creciente dificultad que enfrentan los pequeños comerciantes para sostener su actividad en un contexto de recesión económica y reducción del poder adquisitivo.

En medio de un mercado cada vez más afectado por la inflación y la pérdida de poder adquisitivo, sectores clave como el lácteo, frutihortícola y cárnico se enfrentan a desafíos significativos para mantenerse a flote. La crisis económica ha golpeado con fuerza a estos sectores, que luchan por adaptarse a una demanda en constante descenso y a un entorno de costos crecientes.

El sector lácteo, en particular, fue uno de los que registró mayores caídas. De acuerdo con datos del Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA), se prevé que el consumo anual per cápita de leche para 2024 sea de solo 156,3 litros, lo que representa una drástica disminución de 37 litros en comparación con el año 2023.

El sector frutihortícola también está experimentando un impacto severo debido a la crisis económica. Omar Carrasco, presidente de la Unión Frutihortícola de Cuyo, alertó sobre una preocupante caída en el consumo de frutas y verduras, que se estima en un rango del 30% al 40% durante el mes de julio.

Esta disminución en la demanda se ve intensificada por el notable aumento en los costos de producción, que presionan aún más a los productores y comerciantes del sector. El incremento en los precios de insumos y logística, combinado con la reducción en el consumo, está generando una situación crítica que amenaza la estabilidad de muchas empresas frutihortícolas.

La crisis económica ha llevado a numerosos productores del sector frutihortícola a abandonar sus actividades, especialmente en regiones como el Este mendocino, donde muchas fincas quedaron desatendidas y en estado de abandono.

En cuanto al mercado cárnico, el consumo de carne vacuna ha alcanzado su nivel más bajo en un siglo, con una proyección anual per cápita de solo 44,8 kilos, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario.

En contraste, la carne de cerdo tuvo un ligero aumento en su demanda, con una proyección de 23 kilos por habitante para 2024, frente a los 21 kilos registrados en 2023. Sin embargo, este incremento en el consumo de carne de cerdo no es suficiente para contrarrestar las pérdidas generales en el mercado de carnes.

La industria frigorífica experimentó una caída del 3,1% en su actividad durante los primeros siete meses del año en comparación con el mismo período de 2023, lo que subraya la crisis en el consumo interno y la presión continua sobre el sector.

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