Sociedad

Campo del Cielo: Impulsan una ley nacional de preservación de meteoritos

Sagrados para las comunidades moqoit, objetos únicos de estudio para la ciencia, símbolos que hacen a la identidad de la región, patrimonio cultural de un país: todos estos valores materiales e inmateriales encierran los meteoritos metálicos que cayeron en forma de lluvia y se dispersaron en Campo del Cielo, una franja de 200 kilómetros en la frontera entre Chaco y Santiago del Estero, hace aproximadamente 4000 años. Pero hay otro aspecto que, desde hace algunas décadas, se volvió una amenaza: también se convirtieron en piezas codiciadas por coleccionistas y traficantes que alimentan un mercado internacional de dudosa legalidad. Actualmente, las regulaciones provinciales no alcanzan: una vez que los fragmentos traspasan sus fronteras -escondidos en bolsillos, camuflados en camiones, en autos-, nada impide que sigan circulando.

Para avanzar en la protección y preservación de estos cuerpos celestes y sus cráteres, el Ministerio de Cultura y provincias de Chaco y Santiago del Estero impulsaron la redacción de un proyecto de ley nacional. Con la misma naturaleza polisémica de los meteoritos, la tarea estuvo a cargo de un comité de expertos de diferentes áreas. Después de tres meses de investigación, aportes y debates, se consensuó el proyecto de ley -con su respectivo decreto reglamentario- que será presentado en el Congreso en los próximos meses.

“Este es un proyecto integral porque no solo propone la tutela de los patrimonios meteoríticos en general y otorga facultades concurrentes a las provincias y a la Nación, sino que establece medidas para la circulación nacional e internacional, tipifica delitos con penas y sanciones, gestiona la importancia del registro e inventario y las autorizaciones para su investigación científica, e insta a crear mecanismos para asegurar la consulta a los pueblos originarios que reconocen a estos cuerpos celestes como parte de su cosmovisión”, detalla Claudia Cabouli, directora Nacional de Bienes y Sitios Culturales, dependiente de la Secretaría de Patrimonio Cultural, y quien estuvo a cargo de la coordinación general.

Breve historia de un saqueo

Mario Vesconi integró el comité como experto en geofísica y presidente de la Asociación de Astronomía del Chaco (Acha). Y es, sobre todo, una de las personas que más conoce Campo del Cielo: comenzó a explorar el terreno en los años noventa junto al astrónomo estaodunidense William Cassidy, con quien fue protagonista y testigo de varios descubrimientos. Según sus cálculos, no se ha llegado ni al 50 por ciento del estudio, comprensión y recuperación de las miles de partículas que eyectaron los 30 cráteres que se tienen geolocalizados hasta ahora. Desde 2015, estos hallazgos y un circuito de cráteres pueden visitarse en el Parque Científico y Educativo ubicado en la reserva provincial chaqueña Campo del Cielo, en la localidad de Gancedo.

Si bien se conocen unas cincuenta áreas de dispersión en el planeta (The Meteoritical Society describe así a especímenes de meteoritos miembros o componentes de un área de caída o campo de dispersión), Campo del Cielo se destaca por ser el evento del cual más tonelaje de fragmentos de sideritos (meteoritos metálicos) se ha recuperado hasta la fecha en todo el mundo. Pero, cuántos fueron retirados ilegalmente de la zona? “La cifra es inimaginable”, se lamenta el investigador.

Cuando Vesconi conoció Campo del Cielo a mediados de los ochenta, se sorprendió de la naturalidad con la que los pobladores interactuaban con los meteoritos. “Estaban ahí y siempre lo estuvieron para ellos; los hallaban mientras hacían sus labores o los salían a buscar después de alguna lluvia. También los regalaban como suvenir de sus parajes o los llevaban a la escuelita rural para el ‘Museo del Cielo’”, cuenta. Por aquella época, sin embargo, un hecho con tintes policiales cambiaría esa convivencia orgánica con consecuencias aún están latentes.

“En 1985 se registra en el libro de visitas de la Escuela Rural 487 del Paraje Las Víboras -epicentro de la lluvia meteórica- la firma de un tal Robert Alan Haag”, cuenta Vesconi. Haag, mezcla de traficante, coleccionista fanático y mercenario que se presenta como el “Hombre meteorito”, había venido desde Tucson, EE.UU., donde vive actualmente, hasta Gancedo para hacerse de un botín con la ayuda de los lugareños: repartía herramientas para detectar metales a cambio de alguna recompensa menor. Cinco años después, en 1990, intentaría robar el meteorito más grande de Campo del Cielo y el segundo de tamaño en el mundo, descubierto por Cassidy y hoy exhibido en el Parque de los meteoritos de Gancedo: el famoso Chaco, que con sus 37 toneladas solo es superado por el Hoba, de 66 toneladas, ubicado en Namibia. Haag fue detenido por un policía cuando estaba por cruzar la frontera provincial. Llevaba el gran meteorito escondido en un camión. Después de treinta días detenido, salió con una fianza. Un retrato detallado de su figura y de esta historia se trazan en la película El color que cayó del cielo (2014), con la que el director Sergio Wolf obtuvo el reconocimiento a mejor documental en los Premios SUR. Allí Hagg reconoce que si le aseguraran que esta vez sale bien, volvería a robarlo.

El “cazador de meteoritos” Michael Farmer fue otro de los célebres comerciantes de materia cósmica que pasaron por Campo del Cielo. Sigue Vesconi: “Se podría decir que con Haag comenzó un flagelo que lleva ya casi cuarenta años. Alguien empezó a pagar por esas rocas que durante años solo adornaban un rancho y entonces llegó el desapego, la complicidad, Internet y sus precios fabulosos que finalmente lograron, sin generalizar, una importante pérdida de identidad del poblador local con su entorno. En cualquier caso, seguimos tratando de no llegar tarde en el trabajo de reconstruir y preservar”.

Los números sorprenden

Un estudio magnetométrico permitiría estimar qué porcentaje de bólidos ha sido extraído del lugar. Una cifra que, según lo publicado para su venta en Internet, se situaría en no menos de 10 toneladas en fragmentos. “Solo en el sitio E-bay, la búsqueda Campo del Cielo meteorite devuelve más de mil cien ítems a la venta”, ejemplifica el investigador. Hace unas semanas se secuestró en Uruguay un meteorito de Campo del Cielo; a los pocos días, se robaron una pieza de una escuela de General Pinedo en Chaco: dos ejemplos del estado de situación. “Por eso es tan importante que salga esta ley y que se intensifique el control -concluye Vesconi-. Hay que proteger estas piezas que también son parte de nuestra historia: los cráteres tienen 4000 años y cuando adentro encuentro una cerámica, un mortero, y pienso que hubo alguien ahí inmediatamente después de haber caído el meteorito, o que hubo testigos de esa lluvia de piedras del cielo, me shockea. Es realmente muy fuerte”.

Andrea Achari integró el comité como abogada asesora de la fiscalía de Estado de Santiago del Estero. En los últimos años, participó de un gran número de decomisos en su provincia. Ella también se emociona cuando toca un meteorito, pero reconoce que no siempre fue así: antes pensaba que eran simplemente piedras, hasta que se interiorizó en el tema y tomó conciencia de su valor. En este sentido, Achari señala que el proyecto de ley nacional es muy claro: está prohibida la comercialización, transferencia y tránsito del material meteorítico en todo el país, y solo unas pocas excepciones vinculadas a la investigación científica admiten trasladarlos de las provincias o del país. Además, protege no solo el meteorito sino todo lo que produjo, o podría producir, su caída: cráteres, zona de impacto, fragmentos. “Lo interesante de esta experiencia fue coordinar el diálogo entre provincias y Nación, aportar cada uno de su saber y mirada y llegar a un objetivo común: que todos juntos tratemos de mantener, recuperar y preservar al meteorito, como parte del patrimonio material e inmaterial de la Argentina”.

 

Valor material e inmaterial: un patrimonio científico cultural

“Cuando veo un meteorito sé que estoy tocando o viendo algo que tiene 5 mil millones de años de antigüedad y me emociono de solo pensar que cuando eso se estaba formando, la humanidad no existía. Ahora no solo existimos sino que estudiamos esas materias primitivas que formaron nuestro sistema solar”, dice Silvia Ametrano, geóloga y parte del comité en su carácter de responsable de la División de Mineralogía, Petrología y Sedimentología del Museo de La Plata. Además del aporte de sus saberes científicos, reconoce que se pasó noches y noches leyendo normativa de otros países. Hoy celebra que se le otorgue importancia a la investigación científica de los meteoritos a nivel nacional. “Este proyecto de ley tiene como objetivo proteger una lluvia meteorítica, la segunda de tamaño en el mundo, y también proteger la capacidad de acceder al estudio científico de estas piezas que lamentablemente tienen un tráfico que las aleja de los objetivos de educación y conocimiento”.

Pero Campo del Cielo no solo tiene valor científico como fenómeno astronómico sino también cultural. Francisco «Tete» Romero, quien integró el comité en su calidad de presidente del Instituto de Cultura del Chaco, refuerza los conceptos de patrimonio material e inmaterial: “Nosotros decimos que Campo del cielo es una escuela de estudio de los cuerpos celestes a campo abierto, un patrimonio material invaluable. Pero desde el punto de vista cultural, para las comunidades moqoit es pisar el cielo, es un sitio sagrado, centro de rituales, por eso es importante que en la ley se contemple el registro del patrimonio cultural inmaterial: somos una provincia pluricultural y plurilingüística y eso implica leer el significado y la relevancia de Campo del Cielo tanto desde la ciencia como desde la cosmogonía moqoit”.

Alejandro Yocca, director de Patrimonio Cultural de Santiago del Estero y también integrante del comité, recuerda que las noticias de Campo del Cielo en esa provincia ya aparecían en el siglo XVI en los documentos de la administración colonial. Y que durante casi tres siglos, incluso ya en el período independiente, motivó numerosas expediciones, especialmente para hallar el mítico Mesón de Fierro, un fragmento que podría ser más grande que el Chaco y que hoy no está localizado. “En la actualidad el gobierno de la provincia de Santiago del Estero apuesta al rescate, conservación, investigación y comunicación de ese patrimonio como un tesoro cultural que hace a nuestra historia, en un trabajo cooperativo con la provincia hermana de Chaco”, dice con expectativa en este proyecto de ley. Y suma: “También es un modo de demostrar cómo se puede trabajar y tender lazos entre la Nación y dos provincias, y trabajar desde sus autonomías para el desarrollo de los pueblos”.

En esa misma línea, Valeria González, Secretaria de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación e impulsora de la iniciativa, al recibir el texto final por parte del comité concluyó: “Para nosotros el federalismo en términos de política no es sino trabajar en el hermanamiento entre provincias. En este sentido, Campo del Cielo es un eslabón fundamental y este proyecto de ley, un caso de encuentro entre la ciencia, el patrimonio y el derecho, en un esfuerzo de pensamiento creativo”.

 

El comité estuvo integrado por representantes de:

La Secretaría de Patrimonio Cultura, la Dirección Nacional de Bienes y Sitios Culturales, la Dirección de Asistencia Normativa en Patrimonio Cultural, el Instituto Nacional De Antropología Y Pensamiento Latinoamericano, la Subsecretaría de Gobierno del Ministerio de Gobierno y Trabajo de la provincia del Chaco, la Dirección de Patrimonio Cultural del Instituto de Cultura de la provincia de Chaco, la Asociación Chaqueña de Astronomía (ACHA), la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Subsecretaría de Cultura de la provincia de Santiago del Estero, la Fiscalía de Estado del Ministerio Público Fiscal de la provincia de Santiago del Estero, la Dirección General de Aduanas, el Instituto de Ciencias Astronómicas, de la Tierra y del Espacio (ICATE) de CONICET, el Museo de La Plata, perteneciente a la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de la Plata.

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