Boca rescato un puntito frente a Sarmiento
Son esos partidos que dejan heridas. Físicas, pero también futbolísticas. Por las lesiones de Izquierdoz y de Salvio, más preocupante la de Toto, pero dos bajas al fin, con el superclásico a la vuelta de la esquina. Pero sobre todo, por la talla del rival, las dificultades de funcionamiento y la carencia de recambio. Que Boca no le haya podido ganar a Sarmiento, uno de los recién ascendidos, ya es noticia. Ahora, lo que complica el cuadro, es el nivel del equipo, otra vez sin juego y sin respuestas, y también, la realidad expuesta: un plantel demasiado corto, sin variantes de jerarquía y con pocas soluciones a la vista.
Al equipo de Russo, otra vez, lo salvó Cardona. Y un central. El colombiano, con su pegada, dejó en claro que su aporte, aunque en cuentagotas, es decisivo: de su botín salió esa pelota para Licha López, quien entró por Izquierdoz y se vistió de tal también en la red (el Cali había marcado con Gimnasia y Newell’s). Demasiado poco para un equipo que no encuentra el rumbo, que perdió su marcha de campeón y que no da señales de una mejoría inminente, cercana, esperanzadora. Demasiado poco para quien debe mostrarse siempre candidato y dar señales de fortaleza para el nuevo sueño copero que se viene. Demasiado poco, muy poco, para Boca. Y todo, claro, a sólo dos fechas de volver a verse las caras contra River.
A local le costó todo el partido. Y se vio de entrada nomás. Por las lesiones de Salvio y el Cali Izquierdoz, que impactaron de lleno en el funcionamiento. Pero también, por el juego. Más allá de que fue superior a Sarmiento en la primera etapa, le faltó lo que le viene faltando siempre: profundidad, movilidad, fluidez, definición, gol. En esa primera etapa lo tuvo con Zárate, en una buena definición, pero la pelota se fue apenas al lado del palo. Y lo tuvo con Capaldo, en una llegada por sorpresa, en la que cortó camino del lateral al área, pero el pampeano tampoco pudo resolver. Pero después, poco y nada.
Sarmiento, en esa primera etapa, hizo bien el abanico: se cerró con firmeza atrás y se abrió con criterio para salir de contra. Al punto que Graciani terminó cara a cara con Andrada, en esas jugadas que tenés que aprovechar o pagar. Pero el arquero de Boca se quedó con esa chance. Eso sí, Alanís, en el segundo tiempo, se tomaría revancha por su compañero con un golazo que jamás olvidará.
Está claro, a la luz de los hechos, que la lesión de Salvio perjudicó claramente a Boca. No por el aporte del Toto en sí, que no había sido muy influyente, sino porque desarmó la mejor sociedad que el equipo de Russo tenía por izquierda, con Cardona, Villa y las trepadas de Fabra. Con el ingreso de Obando, Focus pasó a la derecha y ya no lastimó tanto, como sí lo había hecho dentro de ese tridente de compatriotas.
Es por eso que Boca también sufrió el arranque del segundo tiempo. Porque nada se modificó en su estructura y porque encima, Alanís, puso el 1-0 que encendió todas las alertas. Ahí, al equipo de Russo se le vino todo encima: el resultado, las lesiones, la falta de un nueve goleador y, encima, la racha en la Bombonera (en lo que va del 2021 aún no pudo ganar en su casa). Hasta que, otra vez, apareció su salvador: Cardona. Es cierto que el empate llegó por la cabeza de otro central, pero el pase, la asistencia, fue nuevamente del colombiano, quien participó en los cuatro gritos xeneizes en esta liga (metió uno de tiro libre ante Gimnasia).
Con el 1-1, Russo se la jugó en los últimos 15 minutos. Adentro Soldano y el debutante Luis Vázquez, el juvenil que la venía metiendo en Reserva. Afuera Obando (quien había entrado por Salvio) y Zárate. Así, el 4-3-3 se convirtió en un 4-4-2, con Villa por derecha, Campuzano y Medina de doble cinco, Cardona bien tirado a la izquierda y los dos refrescos de punta. Sin embargo, no alcanzó. Boca se diluyó en su falta de soluciones, en su carencia de recursos y en un tobogán futbolístico que a esta altura preocupa y que pone el ciclo, una vez más, en un mar de dudas.