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Argentina, al tope de los países con mayor tasa diaria de nuevos casos de coronavirus

Mientras la realidad es dinámica y cambiante, la lista de los países donde más fuerte pega el coronavirus es una foto: compararla con aquella tomada unos meses atrás permite entender cómo se fue moviendo el virus; es decir, dónde y cómo está la pandemia en un momento dado. ¿Suena bien? Sí, pero ningún relativismo opaca el sinsabor de vivir en la eterna cuarentena argentina y saber que tenemos la cuarta peor tasa mundial de nuevos infectados de Covid-19 por millón de habitantes. Puntualmente, 223,7, cifra que este lunes solo era superada por tres pequeños países: el Reino de Baréin (334), Israel (262) y Maldivas (246,7).

Una aclaración sobre la variable “tasa de incidencia”. En el tedioso análisis diario de las cifras de la pandemia, un error común es hacer foco en números sacados de contexto. Así, mientras los nuevos infectados del día (7.000, 8.000, 10.000…) hablan con claridad del avance del Covid a nivel local, son poco útiles para compararnos con países que podrían tener la mitad o el doble de población, la mitad o el doble de densidad poblacional, la mitad o el doble de movilidad poblacional…

“Todas, todas, todas las cifras que uno mire de la pandemia tienen sus bemoles”, enfatizó el físico Jorge Aliaga, investigador del Conicet, ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, actual secretario de Planeamiento de la Universidad Nacional de Hurlingham y un inquieto de las estadísticas del Covid-19 en el país.

Sin embargo, le concedió a Clarín que la tasa de incidencia sea un indicador útil para “suavizar” algunos matices obvios entre naciones, y habilitar, así, la comparación. En este caso, la cuestión está en cuántos nuevos infectados de coronavirus hay cada día y por millón de habitantes.

La evolución de la tasa de nuevos casos

La respuesta no alegrará a nadie: desde fines de agosto (unos diez días después del inolvidable “la cuarentena no existe” del presidente Alberto Fernández), Argentina arrancó una trepada hacia los peores puestos del mundo en materia de contagios, con 223 nuevos casos diarios (promedio de los siete días anteriores) de Covid, siempre por millón de habitantes.

Este lunes, según un relevamiento global realizado por la Johns Hopkins University, en el primer puesto estaba el pequeño Reino de Baréin, un país árabe cuya superficie no llega al 4% del tamaño de Tucumán, con una población de un millón y medio de personas. Salvo que se mire la tasa de incidencia, los casos de coronavirus acumulados en esa región insular, 54.000 desde que comenzó la pandemia, parecen incomparables a los más de 460.000 de acá.

Igual de forzada parecería la comparación con Israel o Maldivas. El primero de estos países tiene 8 millones de habitantes, mientras que Maldivas, solo medio millón.

La tendencia regional era otra a mediados de agosto: Argentina no estaba en el cuarto sino en el séptimo lugar en cuanto a su tasa de incidencia y la tasa mundial de nuevos contagios por millón de habitantes la encabezaba Perú, ahora dos puestos debajo nuestro, con 192 nuevos casos por día. En el medio está Costa Rica, con 204. Sigue Brasil, con 186; España, con 181; Montenegro, con 175. Este lamentable “top 10” se completa con la pequeña Andorra y sus 168 nuevos casos diarios por millón de habitantes.

Los diez países con más casos por día

Fuente: Johns Hopkins University Infografía: Clarín

Quizás no esté de más recalcar que entre los diez primeros no figura Estados Unidos, donde los contagios (6,20 millones acumulados) y las muertes por coronavirus (más de 190.000) se volvieron ingobernables. Sin embargo, si se mete la variable poblacional (una nación con 328 millones de personas), la cosa toma otro color.

Peso específico

Consultado por estos números y en un contexto de fuerte puja política por afianzar o aflojar el confinamiento, Aliaga explicó que la tasa de infecciones diarias hay que matizarla con los fallecimientos.

“Si bien acá no hay colapso, los casos aparecen de a poco. Hoy la Argentina tiene una tasa de fallecidos que en términos de curvas viene creciendo exponencialmente, con una velocidad muy lenta, de entre 20 y 30 días de duplicación que se viene cumpliendo desde hace muchas semanas”.

Por eso, “mientras en Europa tuvieron un máximo de fallecidos por millón de habitantes que en abril fue más grande que el que tenemos nosotros ahora, lo cierto es que el de ellos bajó y el nuestro no. Sube más lento, pero no deja de subir. Esta es la preocupación”.

En el mismo tono cauteloso -en especial, en referencia al “amesetamiento alto” de la ciudad de Buenos Aires”- habló Arnaldo Casiró, jefe de infectología del Hospital Álvarez. El médico se mostró decepcionado por la alta tasa de contagios en Argentina y aseguró que “aunque se puso una cuarentena con la que todos estuvimos de acuerdo, pasaron cosas que no tendrían que haber pasado”.

Por un lado, “se cerraron las fronteras tarde”, pero, además, “aunque se acható la curva, la cosa no termina nunca porque Argentina tiene uno de los índices de testeo más bajos del mundo”.

Y apuntó: “Esto no lo decimos con el diario del lunes sino que lo venimos diciendo desde el primer momento, aunque algunos aseguran lo contrario. Creemos que la solución es testear, testear, testear. En la ciudad de Buenos Aires, encuentro un positivo; voy a su casa con el plan post Detectar, busco todos los contactos que tiene, les hago el test de saliva, y de este modo se está encontrando que casi un 20% de esos contactos da positivo”.

“Llevamos seis meses de cuarentena y estamos peor que todo el mundo donde se hicieron cuarentenas más cortas. Si se mira el número de testeos que tienen Chile u otros pares de América latina, Argentina tiene uno de los números de testeo más bajos del mundo. Si seguimos manteniendo encerrada a la gente pero no testeamos, vamos a seguir igual”.

Un paso más allá, a Aliaga le preocupa que, pasado el pico, «haya un rebrote como en Europa”. Es que, “si los casos acá no explotan, es porque hay un montón de gente que se sigue cuidando, no porque haya inmunidad de rebaño. El peligro es que se retomen los movimientos sin explicar que este es un equilibrio muy inestable. El peligro es que la gente entienda mal el mensaje”.

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