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Alberto Fernández dialogó con Joseph Biden para relanzar las relaciones bilaterales con la Casa Blanca

Alberto Fernández dialogó con Joseph Biden para relanzar las relaciones bilaterales con Estados Unidos tras la distancia geopolítica que mantuvo con Donald Trump respecto a la situación en Venezuela, la crisis institucional en Bolivia, el papel de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la designación de Mauricio Claver al frente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

La conversación duró 30 minutos cuando estaba previsto -por protocolo- que sólo se extendiera 10 minutos por reloj. “Hubo interés de ambas partes para saber que pensaba cada uno de la región y del mundo”, explicó a Infobae un miembro del gabinete nacional.

Alberto Fernández estaba en Balcarce 50 y Biden en sus oficinas de transición presidencial en Estados Unidos. Junto al Presidente estuvieron su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y el secretario de Medios de Comunicación, Juan Pablo Biondi.

El jefe de Estado asume que puede encontrar puntos de contacto diplomáticos con el sucesor de Trump y encargó al canciller Felipe Solá, al embajador argentino en Washington, Jorge Arguello, y al secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, que coordinara una diálogo telefónico con el presidente 46 de los Estados Unidos.

Alberto Fernández fue uno de los primeros mandatarios de América Latina que reconoció la victoria de Biden, pese a que Trump en ese momento insistía en que se habían cometido masivos actos de fraude en contra de su reelección. El presidente argentino está en las antípodas ideológicas de Trump y aprovechó la ocasión para ratificar sus diferencias.

El jefe de estado cree posible que se puede encontrar un agenda común con Biden vinculada a la crisis de Venezuela. Trump no descartaba la posibilidad de una invasión militar para terminar con el régimen populista de Nicolás Maduro, mientras que su sucesor demócrata descarta la vía armada y empuja una hoja de ruta basada en la negociación diplomática y a continuación elecciones libres y transparentes.

En este contexto, Alberto Fernández se siente cómodo hablando con Biden, ya que su hipótesis de trabajo para Venezuela -compartido por la Unión Europea- se basada en una amplia mesa de negociación -con Maduro incluido- para desembocar en comicios sin proscripciones políticas.

A su vez, Biden sostiene que hay que exhumar a los organismos multilaterales -OMC, ONU, UNESCO, por ejemplo- y el presidente argentino también comparte este criterio institucional. Donald Trump no creía en la cooperación global y su decisión política fue restar valor a la agenda multilateral que habitualmente permite avanzar en importantes acuerdos diplomáticos.

Desde esta perspectiva, Alberto Fernández tiene intenciones de forzar un cambio en la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que está en manos de Mauricio Claver por decisión política de Trump. Hasta la llegada de Claver a la presidencia del BID, ese puesto pertenecía a América Latina. Pero Trump decidió romper esa trayectoria histórica -inviolable desde 1958- para atenuar la influencia de China en la región.

Biden no está conforme con la designación de Claver -fue asesor en seguridad nacional de Trump- y evalúa una salida diagonal que a su vez contemple los intereses de América Latina en el BID. Alberto Fernández maneja esta información reservada, y ya está trabajando para desplazar a Claver, que no tiene en sus oraciones al presidente argentino.

Un asunto clave en las relaciones bilaterales con Estados Unidos es su peso en el board del Fondo Monetario Internacional (FMI). En plena negociación por la deuda con el FMI, Alberto Fernández apuesta a que Biden respalde a la Argentina al momento de tratar el acuerdo de Facilidades Extendidas que llegará al board hacia fines de marzo.

El presidente electo considera que la estabilidad económica de la región contribuye a la seguridad nacional de los Estados Unidos, y no pondrá objeciones al resultado de las negociaciones si Alberto Fernández y su ministro de Economía, Martín Guzmán, cumplen con los compromisos de pagar la deuda de 44.000 millones de dólares en tiempo y forma.

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