A 35 años de México ’86: de dudar contra Corea a la consagración ante Alemania
La máxima gesta del fútbol argentino cumple su primer aniversario sin Diego Armando Maradona.
Jorge Valdano se para en los extremos y deja un análisis perfecto que describe en una frase el sentimiento de aquel grupo de jugadores que terminaron siendo campeones hace 35 años. México fue una gesta superlativa para Diego Maradona pero también para otros 21 jugadores, acompañantes, en algunos casos trascendentales, de quien el 29 de junio de 1986 confirmó que el cielo era suyo.
Un grupo de jugadores que instaló, casi que patentó, el apodo “panqueque”, dedicado a todo un arco periodístico que fue muy duro con ese equipo durante la previa a la Copa (y cuando hablamos de previa nos referimos a la que empezó en el primer partido con Bilardo como entrenador de la Selección, en 1983). Pero el técnico, a quien al día de hoy la mayoría de sus jugadores reconoce y valora como un padre lleno de enseñanzas que los unió para toda la vida como grupo, supo sacarle jugo a una naranja que parecía seca. Si nadie nos quiere, entonces ése será el mejor combustible para pelear. Orillando el resentimiento, quizá, aunque agrupándose ante la adversidad y desde ahí, apostando a crecer.
Aquello de los “panqueques” aludía a que los que eran críticos ácidos se fueron convirtiendo en tiernos elogiadores. Sin embargo, más allá de darse vuelta o cocinarse de un solo lado, la realidad futbolera es que nada fue un invento. Ni que el sector más poderoso de la prensa deportiva de aquel momento castigó duro y parejo al entrenador argentino durante los tres años anteriores al Mundial -posiblemente influenciado en que todo tiempo pasado fue mejor y ese pasado se llamaba César Luis Menotti- y sucumbió a los pies del gran campeón; ni que tampoco habían sido simples enunciados periodísticos malintencionados cuando se hablaba de que el seleccionado no convencía demasiado. “Éramos un desastre, la verdad”, confesó años después, en la intimidad, una pieza clave de aquel equipo. Más que pieza clave: además, un jugador “bilardista”.
Valdano no era ni es, precisamente, un bilardista. De hecho, si hay que ubicar en algún sector al ex delantero, hay que ponerlo del otro lado de la grieta. Sin embargo, filosofías al margen, el hombre que fue una de las grandes figuras de la final y terminó como el segundo goleador del equipo, con cuatro tantos, uno menos que Maradona, afirmó también que “nos fuimos fortaleciendo a medida que avanzaba el campeonato y vivimos una transformación que parecía imposible”. En cierto modo, cuando dice “una transformación que parecía imposible”, está pintando un cuadro que no admite tantas lecturas: el equipo llegó a México lleno de deudas y siete partidos después no solo que las pagó todas, sino que quedó con un jugoso saldo a favor.
La Selección Argentina fue el mejor equipo de México que, además, tuvo al mejor jugador del planeta para sí. ¿Qué hubiese pasado si Diego jugaba para otro gran seleccionado en aquel Mundial? Es una hipótesis que invita al juego del debate pero aleja al análisis de la realidad: Maradona era el 10 y capitán del seleccionado argentino, y junto a sus compañeros construyó un camino que terminó en el título. Lo demás es hojarasca.